Javier Gutiérrez
Fernández–Cuervo / Filósofo
Todos hemos escuchado hablar de ella, todos sabemos que dicen que está por ahí pero nadie la conoce a profundidad. Parece el nuevo lobo de los cuentos antiguos, el “cuco”, ese ser malvado que todos temen y que nadie ha visto nunca realmente. La ideología de género, ¿existe?, ¿de dónde viene?, ¿qué es realmente?, ¿cómo podemos identificarla? Y sobre todo: ¿qué peligros presenta y cómo está actuando en nuestra sociedad?
Género y comunismo
La ideología de género es la hija favorita del comunismo marxista: h a conquistado fronteras e instituciones con las que el comunismo no ha logrado ni soñar. Esta hija, a diferencia de su padre, ha sabido maquillarse y presentarse como toda una fair lady. Pero, como dicen por acá, resulta “ser la misma chola con diferente pollera”.
La lucha de clases que para Marx se daba entre los ricos y los pobres aquí se da entre hombres y mujeres. Para Friedrich Engels, autor de El origen de la familia, lo que Marx descubrió en la sociedad se da también en la familia patriarcal: así como existe una clase opresora burguesa y otra oprimida trabajadora, así sucede en las familias, donde el hombre se presenta como opresor y la mujer como oprimida.
El gran enemigo
Según Engels, desde la aparición de la propiedad privada la mujer ha pasado a ser, sencillamente, una propiedad más. Su dueño, el hombre, usa y desusa de ella para su beneficio, reduciéndola a ser una fábrica de hijos y de comodidades domésticas.
Y así como en el marxismo se necesita negar las diferencias y destruir las estructuras sociales que favorecen esta distinción, para la ideología de género es forzoso demoler las diferencias entre hombres y mujeres y acabar con esa estructura malintencionada: la familia.
De esta manera, una vez que la mujer se libere del yugo marital, podrá definitivamente conseguir lo que tanto desea: derechos iguales, igualdad ante el Estado y, en definitiva, un lugar igualitario en la sociedad de producción. La finalidad absoluta de la ideología de género no es la justicia ni la igualdad, como tampoco lo es para el comunismo.
Estos son solo los pretextos o los caminos para lograr el fin hacia el cual se dirige todo: mayor producción, menores costos y control absoluto del Estado sobre los individuos. Por eso, el principal enemigo de la ideología de género es la familia. Libros como El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad, de Judith Butler, muestran claramente que se trata de una subversión, una lucha de clases revolucionaria que pretende destruir los mitos de la sociedad patriarcal.
Para que se pueda dar esta revolución del género y esta destrucción de la familia, se necesitan tres elementos: la eliminación de los roles en la familia, la liberación sexual de la mujer y su “desmaternalización”.
Roles
La eliminación de los roles de la familia se descubre en el mismo nombre de esta ideología. El término ‘género’ hace referencia a una realidad gramatical, y se usa para sustituir a ‘sexo’. Si en la naturaleza humana solo existen dos sexos, masculino y femenino, en la gramática se dan tres: masculino, femenino y neutro.
Al reducir los roles de la familia a una construcción cultural, se puede decir que no somos realmente hombres y mujeres por nuestra naturaleza, como una mesa no tiene nada de femenino en sí más que su carácter gramatical. Este término, que aquí es femenino, en Italia es masculino y se dice il tavolo. Por eso, según esta ideología seríamos lo que nuestra identidad nos dijera, no lo que nuestra genitalidad manifieste.
Liberación sexual
La liberación sexual de la mujer, por otro lado, se realiza por medio de la banalización de las relaciones sexuales y su separación de la procreación. Por medio de los anticonceptivos y los métodos abortivos modernos, la mujer ya no está sometida al miedo de los nueve meses de embarazo y la ulterior crianza de la progenie, con todo lo que eso implica.
Ahora la mujer puede libremente gozar del placer del sexo por el mismo placer, sin consecuencias, sin estigmas y, lo que realmente persigue esto: sin la fidelidad patriarcal que sostiene a la familia y la convierte en una estructura fuerte. Si las relaciones sexuales persiguen únicamente el placer, ya no interesa ni entre quiénes se realicen, ni entre cuántos.

“Desmaternalización”
Finalmente, la “desmaternalización” de la mujer aparece también por medio de la anticoncepción, pero igualmente por la exaltación de los logros académicos y laborales y la competencia con el hombre.
Si lo más importante en esta vida es lograr el mejor puesto de trabajo o la mayor ganancia posible, entonces la maternidad es un retraso, un impedimento, una carga innecesaria de la que hay que librarse como sea.
La ideóloga de género Elisabeth Badinter, en su libro ¿Existe el amor maternal?, señala que el instinto materno “es un mito sin correspondencia con la realidad, el amor materno no se puede dar por supuesto y la maternidad es como la religión para Marx: una alienación y una esclavitud”.
El Perú
Y todo esto está ya metiéndose con fuerza en el Perú. La unión civil y la pastilla del día siguiente son los clarísimos ejemplos que copan hoy la agenda de género. La primera persigue la destrucción de los roles de la familia y la segunda atiende claramente a la liberación sexual y a la “desmaternalización” de la mujer.
Si un grandísimo porcentaje de la población nos oponemos a estas cuestiones, no es tanto porque una religión nos lo imponga, sino porque, justamente, no queremos que se nos impongan los preceptos de una ideología que no compartimos. Pero si no conocemos las ideologías que están detrás de las políticas que nos atañen, ¿cómo podremos oponernos a ellas?
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