Deysi Pari
En el Perú, solo 1 de cada 10 microempresarios informales se siente preparado para regularizar su negocio, mientras que un 70 % considera que necesita más preparación para dar ese paso.
Este es el resultado del estudio Radiografía de la informalidad en el Perú, que realizó Ipsos Perú en 2024, a partir de una muestra de 1200 micronegocios. La empresa encuestadora sostiene que, en base a los resultados obtenidos, aunque muchos de estos pequeños empresarios tienen una alta intención de formalizarse (47 %), los obstáculos que enfrentan son grandes.
La mayoría identifica la obtención de licencias municipales como el proceso más complicado. También consideran que llevar libros de contabilidad o tener trabajadores en planilla es muy difícil. En resumen, sienten que las barreras para pasar a la formalidad son múltiples: costos elevados, trámites burocráticos y el tiempo que requiere el proceso. Por otro lado, el 58 % de los encuestados considera que la principal ventaja de la informalidad es no pagar impuestos y otras tasas.
¿Quiénes son y en qué sectores están los informales?
La mayoría de los informales encuestados se dedica al comercio (47 %) o a prestar servicios (43 %). El 67 % de quienes dirigen estos negocios son mujeres, mientras que el 44 % solo cuenta con educación básica completa. La edad promedio de los dueños es de 46 años.
La gran mayoría de negocios se crearon después de la pandemia. Aunque el comercio o servicios –conducidos en su mayoría por mujeres– son las actividades más comunes, son los negocios administrados por varones los que reportan mayores ingresos.
Los primeros reportaron ingresos mensuales de 2641 soles y atienden 6 días a la semana en promedio, mientras que los negocios dirigidos por hombres –que se ubican principalmente en el sector industrial– perciben un total de 3179 soles al mes.
En esa línea, la expresidenta del directorio de Caja Arequipa, María Pía Palacios, sostiene que la mayor necesidad de las pequeñas y micro empresas es el acceso al crédito, para lo cual es indispensable que se formalicen.
“Y eso se ve más en el ámbito femenino. El 70 % de las microempresas del Perú están lideradas por mujeres y las mujeres tenemos menos acceso al crédito”, sostuvo tras la presentación del estudio en la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa.
Según Palacios, las entidades microfinancieras han desarrollado productos enfocados en determinados segmentos, adaptados a las necesidades de los clientes. “No es lo mismo prestarle a un emprendedor con educación superior que a una mujer que atraviesa por violencia familiar y que tiene necesidad de subsistencia”.

Desconfían del gobierno
En este escenario de alta informalidad, otra de las barreras es que los microempresarios desconfían de las entidades gubernamentales y consideran que estas apoyan poco o nada a los micronegocios.
La desconfianza en la Sunat también es altísima. El 82 % de los encuestados considera que el apoyo recibido por esta entidad es prácticamente nulo.
Sobre este punto, el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, Carlos Fernández, coincidió en que la traba más grande para la formalización está en las municipalidades.
“Se debería implementar un mecanismo más ágil para tramitar las licencias, porque es el inicio de la formalización”, refirió.
En su opinión, es importante que haya una homogeneidad en los requisitos de las licencias o permisos que se requieren.
Por su parte, el presidente del Instituto de Economía de Arequipa, Manuel Bedregal Salas, opinó que es complicado exigirle a los pequeños empresarios que cumplan con todas las reglas de formalidad, cuando las autoridades regionales no pueden sacar adelante proyectos como Majes-Siguas II, durante décadas.
Para formalizar se necesitan más incentivos
El economista y profesor del Departamento de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Católica San Pablo, Germán Chávez Contreras, sostuvo que hay empresas que tienen RUC y manejan una planilla, pero no todos sus trabajadores están registrados, lo cual revela una formalidad parcial.
“Y no tienen a todos [los trabajadores] en planilla por los costos”, agregó. Es decir, tratan de competir con las empresas que son informales y que, por ende, asumen menos costos. Así, la competencia es una desventaja.
Chávez explicó, además, que el otro componente de la informalidad está en las mypes que representan el 90 % de las empresas de Arequipa.
En este caso, sostuvo que para llegar a formalizarlas se les debe brindar incentivos y no castigarlas con más fiscalización. Esto significa otorgarles créditos más baratos, así como el compromiso de adquirir sus productos o servicios desde los gobiernos locales, provinciales y regionales. “La formalización no es suficiente”, afirmó.

Medidas que se pueden tomar
La exministra y excongresista Ana María Choquehuanca indicó que las políticas de regulación deberían tener en cuenta una diferenciación entre micro y grandes empresas, ya que no es lo mismo hablar de una bodega que de una gran compañía.
Choquehuanca también dijo que no se debe confundir informalidad con ilegalidad. “El Estado no puede seguir viendo a los informales como evasores, si no ha sabido crear un sistema que los pueda acercar con el correr del tiempo. La mirada es indiferente”, refirió.
En ese sentido, María Cecilia Villegas, de Capitalismo Consciente, expuso una serie de alternativas para hacer frente a la informalidad, como el desarrollo de programas de responsabilidad social enfocados en las micro y pequeñas empresas, el fortalecimiento del trabajo con los proveedores locales, la mejora en las condiciones del acceso al crédito y el uso de tecnología y digitalización para facilitar el proceso de formalización.
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