Juan Pablo Olivares
Luego de obtener la medalla de bronce en los últimos Juegos Universitarios Nacionales, representando a la Universidad Católica San Pablo, Carmen del Pilar Mendoza Espinoza reconoció haber recuperado la motivación por el taekwondo.
Confiesa que lo vivido en su primera participación en este torneo universitario fue tan emotivo que decidió volver a la práctica y competencia deportiva. Por supuesto, bastó escuchar lo emocionada y orgullosa que se siente ante el logro alcanzado, para hacernos una idea de su profunda pasión por este arte marcial.
Nueva oportunidad
Antes de competir y colgarse la medalla en la categoría Taeguk Sa Jang Poomsae, Carmen había abandonado (por segunda vez) la práctica del deporte. La última vez fue en 2022, debido a que la estudiante de la carrera de Psicología no podía compaginar sus estudios y el deporte.
El tiempo no le alcanzaba para desarrollarse ni destacar en ambas cosas. Por esa razón, no estaba entre sus planes ser parte del equipo de taekwondo de la San Pablo, tampoco guardaba esperanza alguna al respecto porque no había entrenado ni participado en torneos oficiales.
Sin embargo, aún conservaba en la memoria las técnicas de patada, la coordinación y experiencia, cualidades necesarias para este deporte; además, poseía el cinturón verde punta azul.
Animada por su entrenador, Carmen postuló a la convocatoria de la UCSP y fue elegida para la selección. Desde entonces, sabía que tenía que hacer algunos sacrificios con el tema de los horarios académicos y de entrenamientos. Esta vez sí tenía que compaginar el estudio y el deporte. Y así lo hizo.
Experiencia y equilibrio
Carmen Espinoza participó en la categoría Taeguk Sa Jang Poomsae, un nivel avanzado de movimientos complejos. La dificultad de este poomsae radica en las patadas y bloqueos que requieren mucha concentración, coordinación y técnica.
Llegar a este nivel demanda de mucha elasticidad, algo que, –por la experiencia de Carmen– se adquiere con mayor facilidad desde pequeños.
“La experiencia de los juegos fue muy linda. Aprendí a balancear mis estudios y el deporte, porque muchas veces el desequilibrio no me permitía hacer ninguna de las cosas bien”, reconoce.
Según Carmen, la medalla y el retorno a la competencia van más allá del reconocimiento. Es el punto de partida para mentalizarse y prepararse para la vida, algo que ya le funcionó antes.
Su pasión por el arte marcial empezó a los siete años, gracias a su hermano. Ahora, a los 21 años, el taekwondo se volvió a convertir en una prioridad para la universitaria.
Sueños por cumplir
Carmen, por ahora, no tendrá competencias. Tiene un cierre de año apretado en lo académico, pero continuará con los entrenamientos y los estudios. Sólo que ahora con una mejor planificación y equilibrio que le enseñó el taekwondo.
Perseguir sus sueños deportivos es igual de importante que cumplir con sus objetivos académicos. Con esa expectativa, la alumna de la San Pablo ya planifica su preparación para los próximos Juegos Universitarios y culminar con éxito su carrera profesional.
Discusión sobre el post