Como todo lo que logramos en la vida, se empezó con un sueño.
Eber Huanca Cayo
Vivimos en una era que hace 50 años parecía ficción, ya sea por las formas de comunicación o los artefactos a los que hoy en día tenemos acceso. Pero esta realidad seguiría siendo ficción si es que el hombre no hubiese osado salir del globo terráqueo. Muchos dirían qué relación hay entre una y otra cosa. El hecho es que todo parte de un sueño, y el hombre soñó desde los inicios de la humanidad con llegar a las estrellas.
En la antigüedad, entender la naturaleza de la astronomía significaba que se podría también entender los ciclos de la naturaleza de la agricultura. Ahora bien, la naturaleza ‘celestial’ o el estudio de los cuerpos celestes que forman parte del universo siempre llamaron la atención, causando desde miedos y creencias hasta una curiosidad excesiva. Newton y Kepler emprendieron estudios científicos de astronomía y mecánica ‘celestial’, conceptos que son válidos aún en nuestros días.
Julio Verne hilvanó obras literarias que alimentan nuestra imaginación y que hasta hoy nos hacen viajar por el espacio. Los trabajos de Konstantín Tsiolkovsky y nuestro compatriota Pedro Paulet contribuyeron a alcanzar este sueño. Así se desarrollaron las bases matemáticas y tecnológicas, a través de la ecuación del cohete de Tsiolkovsky y el motor torpedo de Paulet, el primer motor que podía operar en el vacío, ambiente semejante al espacio sideral.
Tecnología armamentista
Posteriormente, en los años 20 del siglo pasado, Hermann Oberth y Wernher von Braun, dos ingenieros, científicos y soñadores alemanes, fundaron la Verein für Raumschiffahrt (VfR) (sociedad para viajes espaciales, en español) y ensamblaron cohetes pequeños utilizando como base los trabajos de Tsiolkovsky y Paulet. Estos trabajos llamaron la atención de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y es así que con ayuda de estos soñadores se inicia el desarrollo de misiles balísticos, una tecnología armamentística extremamente revolucionaria para esa época.
Ciertamente, estos misiles no eran tripulados y se debía contar con un piloto automático, constituido por un sistema electrónico y computacional que tenía por objetivo resolver las ecuaciones de Tsiolkovsky y regular la potencia del motor de Paulet aún dentro del misil para mantener la trayectoria balística pese a las variaciones e inestabilidades causadas por el viento, la temperatura y demás fenómenos.
En 1944, se lanzaron más de 3000 misiles desde Wassenaar (Holanda) hasta Londres (Inglaterra). Estas armas letales alcanzaban los 80 kilómetros de altitud y viajaban en trayectoria parabólica hasta conseguir unos 300 kilómetros, a casi cuatro veces la velocidad del sonido. Eran máquinas horrorosas por su impacto letal sobre la humanidad y de una belleza tecnológica y electrónico-computacional inmensurable.
Este hecho causó un gran impacto no solo político, sino también tecnológico y científico. Implicó desarrollar conocimientos y tecnologías innovadoras de computación, electrónica y otras áreas, que moldean aún nuestro presente.
La era espacial
La carrera espacial iniciada en los años 50 y protagonizada por estadounidenses y soviéticos tuvo por objetivo inicial la creación de misiles semejantes a los que los nazis ya habían utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. Ambos bloques consolidaron esta tecnología en pocos años, sin embargo, los soviéticos en 1957 consiguieron dar un paso adelante. Lograron colocar un satélite artificial en órbita con la Tierra: el Sputnik, que muy bien podía haber sido también una bomba nuclear en órbita.
Esto provocó que en 1961, John F. Kennedy, entonces presidente de Estados Unidos, lance un desafío a la humanidad. Prometió llevar un hombre a la Luna y traerlo sano y salvo a la Tierra antes de culminar la década de los 60. De esta forma, se protegía moralmente a los científicos que desarrollaron tecnología con potencial armamentístico de naturaleza espacial.
La carrera espacial tuvo su máximo apogeo cuando justamente el hombre llegó a la Luna, el 20 de julio de 1969, con apoyo del bloque occidental mediante la agencia espacial estadounidense NASA. Este hecho causó un gran impacto no solo político, sino también tecnológico y científico. Implicó desarrollar conocimientos y tecnologías innovadoras de computación, electrónica y otras áreas, que moldean aún nuestro presente.
Todo ello llevó a la humanidad más allá de la estratosfera de la Tierra, un poco más cerca de las estrellas, a las que nuestros sueños y los sueños de grandes hombres como Newton, Von Braun o Paulet permiten alcanzar.
El futuro
Hoy, nuestro presente tecnológico es el resultado de los sueños más osados de hace 50 años. ¿Cómo será la realidad tecnológica en 50 años más?, ¿qué innovaciones aún se desarrollarán? Sin duda alguna, nuestro presente cotidiano será un recuerdo casi romántico en las próximas décadas, pues ahora la tecnología avanza aún más rápido, a la velocidad de los computadores cuánticos, de la tecnología 5G, del internet de las cosas y la robótica. Pero el cómo será nuestro futuro depende únicamente de nuestros sueños. No olvidemos que las grandes cosas que la humanidad alcanza siempre parten de grandes sueños.
Discusión sobre el post