Christiaan Lecarnaqué Linares
Las ferias para exponer productos de emprendedores con discapacidad son escasas en la ciudad, y en las ya existentes no les dan oportunidad de mostrar sus talentos al público. “Otras ferias no nos invitan. Mandamos oficios, pero no nos atienden”, contó la presidenta de la Asociación de Artesanos con Discapacidad de la Región Arequipa (Asadra), Gladis Tito Astete.
Por eso es que se organizó, con mucha ilusión, la Feria de Emprendedores de Personas con Discapacidad, en la plaza de Yanahuara, pero esta obtuvo una respuesta tibia del público. “No vino mucha gente”, comentó Tito.
Siendo esta plaza, uno de los principales atractivos turísticos de Arequipa, parece extraño que un viernes al mediodía esté casi vacía. “Quizás el fin de semana vengan más”, le digo a manera de consuelo. “Tal vez”, me responde un poco resignada Gladis.
La bisutería de Gladis
Gladis Tito soporta los dolores de una artrosis que afecta sus articulaciones, una dolencia que no le permite trabajar con comodidad en su bisutería.
“No sé qué me pasó. Hoy me levanté mal. Ayer estaba bien, pero hoy me duele todo”, comentó. La artrosis afecta sus articulaciones y cuando, por ejemplo, tiene que apretar un alicate para confeccionar una pulsera siente más dolor. Pero igual lo hace. “Si no lo hago quién lo hará, si de esto vivimos”, indicó.
Al costado está su hija Carmen Luz, también dedicada al mismo oficio, aunque con diseños más inspirados en determinadas temporadas, en este caso, la Navidad. Ella no escucha ni habla. Antes de iniciar con este emprendimiento trabajó en una fábrica de confecciones donde la agredieron.
Según Gladis, una de las supervisoras maltrató físicamente a su hija. “Me quejé. Me dijeron que no era cierto. Cuando pedí ver las cámaras de seguridad, justo se habían malogrado, imagínese”, relató con indignación. Por eso la sacó de ese centro laboral y ahora trabaja junto a ella en bisutería. Dijo que la mayoría de personas sordomudas padecen estas agresiones, pero lo soportan para no perder el trabajo.
Además de esa mala experiencia, también debe lidiar con una sociedad hiriente y discriminadora. “Ven a mi hija que en el mercado me dice: ‘ahhh’ y la gente se aleja, me mira raro, como si los fuera a contagiar de algo”, comentó.
A seguir adelante
Frente a ella está Enrique Cari Huayta, de 50 años de edad. Su talento está en las confecciones. Ofreció peluches en forma de conejos y llamas. También cojines, llaveros con motivos arequipeños, pulseras, collares, etc. Tiene poliomielitis y debe utilizar un bastón para desplazarse.
Estudió Contabilidad, carrera que no pudo ejercer por falta de oportunidades, y ahora se dedica al emprendimiento mostrado en la feria.
Con orgullo recordó que fue una de las primeras personas con discapacidad, en Arequipa, que obtuvo su licencia de conducir. “Con este logro abrí las puertas a otros”, dijo. También equilibra sus tareas laborales con el deporte. Entrena cada domingo en un club de baloncesto en silla de ruedas, y se prepara para participar en una competencia regional en 2023.
“No me limito, sigo adelante. No he venido a dar pena. No me siento como una persona con discapacidad por mucho tiempo”, son las palabras de Enrique, un hombre casado y con hijos, que pide una oportunidad a la sociedad, y exige a las autoridades que cumplan con las normas que favorecen a las personas con discapacidad.
Exige derechos
Su vecino de feria, Walter Mamani Ilaquita de 52 años de edad, conduce un negocio llamado “Tareka”, que consiste en elaborar juegos lúdicos dirigidos a escolares, pero también a adultos y ancianos en rehabilitación. La ventaja de estos juegos es que favorecen la concentración, coordinación, creatividad, etc.
Como Enrique, también padece de poliomielitis en uno de sus brazos, en su caso, por una negligencia médica que no quiere recordar. Igual, nunca sintió esta limitación como una desventaja.
Se convirtió en profesor de Física. Dictaba clases en aulas, pero también fue tutor de niños con problemas en esta asignatura. Conoció a un par de muchachos cuyos padres lo introdujeron en el mundo de los negocios. “Me gustó emprender y por eso me animé a sacar adelante mi negocio”, contó.
En 2011 inició su emprendimiento. Le fue bien hasta que llegó la pandemia, pero superado este periodo intenta continuar con su proyecto.
También está enfocado en exigir respeto para las personas con discapacidad, a través de la asociación de personas con discapacidad en Tiabaya, que lidera junto a más de 20 personas.
El joven Tiago
El emprendedor más joven de esta feria fue Tiago Seijas Seijas, quien aprovechó esta oportunidad para exponer, con ayuda de su madre, sus trabajos realizados en casa. Su mamá, Patricia Seijas Rojas, contó que su hijo nació sano, pero contrajo una meningitis que dejó a Tiago con problemas de audición, movilidad y leve retraso mental.
En la actualidad Tiago es un adolescente bastante activo que terminó la secundaria, aprendió panadería y quiere incursionar en computación, el problema es que no hay intérpretes que lo ayuden a adquirir el conocimiento. Otra opción sería que aprenda este oficio por Internet, pero Tiago quiere clases presenciales. “Como es joven quiere relacionarse con gente de su edad”, conto su madre.
“Tartamudeo un poco”, dijo Tiago con dificultad, mientras su madre explicó que se pone nervioso cuando hay gente a su alrededor. “Siempre tienes que esforzarte para hablar mejor”, le ayudó con cariño.
Contra viento y marea, las personas con discapacidad salen adelante haciendo cosas que muchos creen imposibles para ellos.
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