Christiaan Lecarnaqué Linares
El queso helado arequipeño le regaló a Elizabeth el tiempo que quería compartir con sus hijos. Antes de emprender con esta delicia, ella hacía trabajos de costura frente al colegio Mayta Cápac en el distrito de Cayma, cuando sus pequeños aún dependían de su cuidado. Este oficio la absorbía mucho. No quería ello, por eso en una ocasión, cuando degustaba su postre favorito en la plaza Yanahuara pensó: “Y ¿si vendemos queso helado?”.
Elizabeth Gutiérrez Chunga fundó hace diez años este emprendimiento (el 5 de mayo es su aniversario) dedicado a la venta de queso helado. Al inicio con el nombre de ‘La lecherita’, y hace aproximadamente cuatro años como ‘La caymeñita’, en honor al lugar en que nació, es que construyó un camino rentable que le permitió estar cerca a sus hijos.
Aquella interrogante hecha en la plaza de Yanahuara se la trasladó a su madre, nacida en Puno, quien aprendió el arte de preparar el queso helado en las casas donde trabajaba en Arequipa. Ella enseñó a Elizabeth a mezclar la leche, vainilla y coco, en una paila con hielo, para conseguir un helado cremoso y refrescante. “Al inicio salía como raspadilla, nos pasábamos la leche”, recuerda entre risas.
Funcionó desde el inicio
Pero en el camino perfeccionó la técnica, se lanzó al ruedo, y empezó la venta, primero, en Cayma. “Me rindió”, dijo. Pero lo más importante es que desarrollaba este oficio los fines de semana y le dejaba los otros días para criar a sus tres hijos.
Recordó que cuando ofrecía su producto en la plaza de Cayma la botaban, pero luego encontraba la forma y el lugar para trabajar. En una oportunidad aprovechó una misa en la iglesia del lugar y colocó todo su postre en las manos benditas de los feligreses. “En un ratito vendí todo. Tenía como un balde de siete litros”, comentó, al recordar cómo multiplicó ese queso helado. En un buen día puede vender hasta un balde de 20 litros.
Después, Elizabeth, como una mujer que toma riesgos, probó suerte en el molino de Sabandía, en años en que no se vendía masivamente este potaje. Le fue mejor. “Este negocio me daba la facilidad de llevar a mis hijos. A veces me reprendían porque ellos se metían a las acequias, pero luego me dejaron vender sin problemas”, contó.
¿Cuál es el secreto?
En la actualidad cuenta con tres puntos de venta. Uno en la plaza de Cayma, otro en la plaza de Yanahuara y un tercero, en el mirador de Carmen Alto. También participa en una feria de emprendedores instalada en el mall Arequipa de la avenida Ejército.
En el caso de Yanahuara, vende un queso helado con varios sabores: papaya arequipeña, ron con pasas, arándano, sauco, café, chocolate, lúcuma, fresa, chocochip y oreo.
Para Elizabeth, el queso helado que prepara se diferencia del resto por la cantidad de coco que añade.
Su postre ha llegado a paladares de visitantes extranjeros en los puntos turísticos de la ciudad, y también a pobladores de otras provincias de la región. Su ánimo de emprendedora la llevó a viajar hasta Mollendo para ofrecer su producto en el malecón. No es una novedad decir que también le fue bien. Lo hacía básicamente porque durante el verano ocurría la temporada de lluvias y el negocio baja en Arequipa, por eso tomaba sus cosas y se iba al Puerto Bravo. Pero ahora encontró una solución a este problema: el sango.
EL DATO
La caymeñita ofrece queso helado también para llevar en potes de un litro. Los interesados pueden llamar al 959 048 861. Si usted no es arequipeño recuerde que el queso helado no es literalmente “un queso congelado”, sino un helado de vainilla, coco y leche, una delicia altamente recomendable.
No solo es queso helado
Además del queso helado también ofrece sango dulce con trigo, maní y pasas para tentar a sus clientes. “Una vez probé por consejo de mi hija, pero sentí que le faltaba dulce”, dijo. Pensó que este potaje funcionaría, pero con un poco de azúcar, así que echo manó al batán, molió el trigo e incluyó en su carta esta masa, que generalmente acompaña al cuy en las picanterías más tradicionales de la ciudad.
Esta nueva propuesta también funcionó con la clientela. Y debido a la buena demanda que tenía, compró un pequeño molino para triturar el trigo y dejar del lado esas enormes piedras elementales en la cocina arequipeña.
Pero Elizabeth no solo se quedó con el queso helado y el sango, sino que los domingos vende adobo en Carmen Alto. Toda una emprendedora mil oficios que vive de sus talentos culinarios.
En este emprendimiento cuenta con el apoyo de su madre, Dionisia Chunga, y su esposo, Daniel Puma. Su hija mayor, hoy casada y con hijos, también tiene un negocio de queso helado, mientras sus otros hijos están en el colegio o universidad.
Elizabeth luce tranquila, risueña y contenta con los resultados. El negocio hoy paga las cuentas de la familia, aunque lo que más agradece es haberle dado el tiempo que quería para estar junto a sus hijos. Y eso no tiene precio.
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