Christiaan Lecarnaqué Linares
Fernando Antonio Ramos Leal ha conseguido convertir la madera reciclada en música. Él recicla este material para fabricar instrumentos musicales requeridos por varias agrupaciones de la ciudad.
En un pequeño taller, implementado en su departamento alquilado en José Luis Bustamante y Rivero, muestra una bandola venezolana (parecida a una mandolina) hecha con diferentes tipos de madera reciclada.
Señaló que, por ejemplo, parte central de la trastera, está diseñada con restos de un piso parquet utilizado para ocultar un suelo de cemento.
El aro, o lo que rodea la bandola, está hecho con partes de una cama. “Lo de adentro también corresponde a otro tipo de madera”. Es decir, este instrumento nació de diferentes retazos de madera, escogidos con rigurosidad por este músico para que no se afecte la calidad de las notas musicales ni la durabilidad.
El proceso
Fernando Ramos acopia la materia prima por diferentes canales. A veces, coloca un aviso en Facebook y los interesados se la venden o regalan. También hay ocasiones en que un profesor, que conoció en las clases que recibe para impulsar su negocio, se la dona. Luego, selecciona las mejores piezas de madera y las reutiliza para crear, con sus máquinas, estos instrumentos de música.
Lleva más de un año en este emprendimiento llamado Dalbergia, nombre colocado en honor a un tipo de madera exclusivo y escaso, cuya marca va acompañada de un caballo porque significa “fuerza, libertad, estatus, elegancia”, explicó. Además, que el negocio tiene un componente ecológico, ya que alarga la vida de un material que probablemente iba a acabar en un botadero de basura.
Sus trabajos son pedidos por músicos arequipeños, sobre todo mariachis, quienes requieren de guitarras y vihuelas (instrumento parecido a la guitarra). El valor agregado que aporta su negocio es que su trabajo es personalizado, es decir, diseña el instrumento según las necesidades del cliente, por ejemplo, el tamaño de sus manos, para que este tenga mayor facilidad al momento de tocarlo.
Trabajos personalizados
Este proceso puede demorar entre 20 a 30 días, pero lo interesante es que estas guitarras, vihuelas o bandolas pueden durar mucho tiempo como la buena música. “Los pueden usar hasta tres generaciones”, dijo. Incluso Ramos se atreve avizorar que pronto sus trabajos podrían perdurar hasta 500 años, como sucede con instrumentos de primera línea en otros países.
Hace un año que inició este emprendimiento y recientemente empezó a promocionarlo por las redes sociales. En este tiempo recibió apoyo de la Unesco y también de la incubadora de negocios Kaman de la Universidad Católica San Pablo.
A través de este programa recibió orientación sobre marketing y diseño de sus trabajos, asesorías que todavía están en marcha y que le están ayudando en su negocio. Precisamente, en estas asesorías conoció al maestro que le proporciona parte de la madera empleada en sus trabajos, quien pertenece a una organización que recicla, vende y utiliza las ganancias para la reforestación.
Una historia de conexión
Ramos apunta hacia arriba, a seguir creciendo en Arequipa, ciudad a la que llegó hace cinco años.
Fernando Ramos es un músico venezolano que ejercía como profesor de música en colegios de Venezuela. Además, tenía un grupo llamado ‘Larallano’, que tocaba canciones folclóricas del país.
También se convirtió en un lutier, encargado de la investigación y elaboración de los instrumentos musicales, oficio que aplica con destreza aquí.
Vino a Perú, por primera vez, hace diez años, cuando todavía no explotaba la crisis humanitaria que obligó a miles de sus compatriotas a buscar buena fortuna en otras naciones de Sudamérica.
Llegó a Lima y conoció otras regiones como Ayacucho y Arequipa. “Me gustó el país, su cultura y su economía”, dijo. Así que se quedó.
Trabajó en cualquier oficio hasta que volvió a conectar con su pasión. En Arequipa vive de la música ya que, además de diseñar las guitarras o vihuelas, también integra un grupo llamado ‘Relancinos’, que toca música venezolana. La banda tiene una fanpage y en uno de sus videos se observa a Ramos tocando un arpa, el primer trabajo que hizo en Arequipa.
En este caso, su público es extranjero, compatriotas suyos que, añorando su cultura, lo buscan para amenizar días festivos en las familias. “Muchos me dicen: ‘Gracias a ustedes me sentí en Venezuela’”, comentó.
Así que, sin perder su talento e identidad, construye un interesante emprendimiento que sigue el ritmo del éxito.
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