Gabriel Centeno Andía
Las primeras semanas de confinamiento, Maryethid López Farfán (Maryi para su familia y amigos), se mostraba alegre de ver a sus padres y hermanos en casa. Eran las mejores vacaciones porque los veía todo el día y podía compartir con ellos, pero luego del bombardeo de noticias sobre el COVID-19 en los medios de comunicación, comprendió la real situación.
Maryi se preocupó y por un tiempo estuvo triste, pues no pudo asistir a su colegio, ni visitar a sus familiares, pero finalmente toda su familia tuvo que adecuarse a esta nueva normalidad para cuidar su salud. El COVID-19 tocó muy de cerca a la joven ya que perdió a uno de sus profesores y también a seres queridos, pero encontró en la repostería una forma de distraerse y también de transmitir un poco de su alegría.
Para hacer llevaderos los días, la familia entera realizaba un concurso de cocina. Se formaban parejas y preparaban cosas sencillas que luego todos degustaban. No era un concurso estricto, pero sí que sumó varios kilos a todos los integrantes de la familia López Farfán. Fue durante ese periplo culinario que Maryi, una joven con síndrome de Down, mostró su interés por la repostería.
Una dulce experiencia
Antes de la pandemia, la joven de 31 años, se dedicaba a tejer con un grupo de amigos, pero desde el año pasado no puede ir al taller. En pocas palabras, ella es una ‘todo terreno’ y no fue difícil enseñarle nuevas cosas. Su ‘tía madrina’ Yessica, quien estuvo en su casa algunos meses, le enseñó lo que aprendió en un curso de repostería y desde ese momento Maryi no se detuvo.
Su gusto por la pintura le ayudó a elaborar chocotejas, que ella bautizó como ‘chocolatejas’. De pequeña decía que quería ser enfermera para cuidar a su abuela a quien quería mucho, pero a través de los años. mostró su interés por realizar varias actividades, siempre con el apoyo incondicional de sus padres Olga y Bernel y sus hermanos menores Almendra y Bernel.
Actualmente la rutina de Maryi inicia a las 7 de la mañana, hora en que se levanta para ayudar a sus padres a preparar el desayuno, luego cumple con algunas horas de tejido como parte del taller de jóvenes, pintar mándalas escuchando música y cuando tiene pedidos le pone amor extra a sus dulces.
Precisamente es su familia la más orgullosa de cada logro de la joven y la apoyan para que alcance su independencia económica y pueda satisfacer sus necesidades, aunque lo que ella quiere es llevar a su familia a comer a la calle cuando acabe toda la pandemia.
Así, con pequeñas dosis de amor y alegría, Maryi elabora sus dulces y pasteles que ofrece a través de su página de Facebook ‘Dulces con amor by Maryi’, nombre que ella misma eligió para su emprendimiento pese a las adversidades.
EL DATO
Maryi fue deportista calificada y formó parte de la selección de gimnasia de Arequipa en las Olimpiadas Especiales.
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