Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
Hace unos días, la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, dijo en Radio Exitosa: “Yo sigo apostando porque en algún momento, el aborto sea libre, gratuito y seguro en el Perú (…). Espero que, en este Congreso, se pueda conseguir los votos para despenalizarlo por violación”.
De esta manera, la ministra ha confesado que el objetivo de despenalizar el aborto en casos de violación, como antes lo hicieron promoviendo el protocolo del mal llamado ‘aborto terapéutico’, es dar un paso más hacia la despenalización total del aborto y que este sea declarado un derecho de la mujer, que el Estado debe atender de modo gratuito y a libre demanda.
No nos extrañan sus declaraciones, puesto que la actual ministra, trabajó largo tiempo en una de las ONG, que —incluso con financiamiento del extranjero— fomentan el asesinato de los niños en el vientre de sus madres.
Es una agenda internacional y como lo dijo el Papa Francisco, son parte de la “cultura del descarte”, que ciertos grupos de poder imponen de país en país. Por solo poner algunos ejemplos recientes y cercanos, a fines de 2020, Argentina liberalizó totalmente el aborto hasta las 14 semanas de embarazo y después de ese plazo por ciertas causales; en Colombia, en febrero de este año, también se despenalizó totalmente hasta las 24 semanas de embarazo y después de ese plazo por ciertas causales.
En otros países se permite matar a un niño, por la sola decisión de su madre, incluso hasta un momento antes de su nacimiento. Por ahí iría también, un texto de la Constitución política que actualmente se elabora en Chile. Ese es el aborto “libre, gratuito y seguro”, al que se refieren la ministra y sus patrocinadores: matar impunemente a los niños por nacer.
Algunos piensan que, de esa manera, se les hace bien a las mujeres, pero en realidad se genera un grave daño a las madres que, en la mayoría de los casos, por presión cometen un aborto. Muchísimas de ellas cargan después, por largo tiempo o quizás por el resto de sus días, con el ‘síndrome post aborto’, que existe y es terrible.
Como era de esperar, en un comunicado del 9 de marzo, los obispos del Perú hemos declarado que “rechazamos totalmente las declaraciones de la ministra” y hemos reafirmado que, como pastores, defendemos la vida de todo ser humano, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Con esto, no dejamos de reconocer el terrible sufrimiento por el que pasan las mujeres que son violadas y, peor aún, las que conciben un niño como producto de ese delito. Por eso, en el mismo comunicado, los obispos exigimos que las autoridades competentes implementen leyes y procesos para que los violadores paguen por sus delitos, pero nos oponemos al aborto en cualquiera de sus formas y por cualquier causa, ya que, como ha dicho varias veces nuestro papa, no es justo suprimir una vida humana para resolver un problema, por más grave que este sea.
La solución a los embarazos no deseados, incluidos aquellos por violación, no está en promover el aborto, sino en una correcta educación sexual desde la infancia y en que las autoridades y la sociedad civil, nos unamos en la defensa de la vida y la dignidad de toda persona humana.
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