Juan Fernando Mendoza Banda
Abogado, especialista en gobiernos locales y municipales
Ya es 15 de agosto, un aniversario más de la fundación española de Arequipa, sí española, pese a quien le pese. Han pasado los años y los terremotos y hay construcciones que se resisten a los fenómenos naturales y a nuestra mansalva, uno de ellos en particular, es el hospital Goyeneche, que data de 1912, se inauguró el 11 de febrero de ese año, para ser exactos.
Su estilo gótico, resiste al paso del tiempo y a los ‘parches’ que, con marcado mal gusto, realizan las distintas autoridades que se suceden en el cargo, pero sigue allí como esperándonos, pese inclusive a los terremotos y a la ‘cultura combi’ que tanto daño hace a la ciudad.
¿Acaso no sería un magnífico regalo para Arequipa y para las generaciones venideras, poner en valor este monumento y reconstruirlo, junto a su capilla de estilo gótico y todo su entorno? Demoler ese edificio que lleva por nombre “Héroes Anónimos”, imagino la razón del nombre, y es que es de tan mal gusto que nadie se animó a darle un nombre propio; y todo alrededor del hospital debería convertirse en un área verde, con árboles, eso sí, sin ningún tipo de juegos o losas deportivas, nada de eso.
Para su sostenibilidad se podría concesionar el subsuelo, para que en más de un nivel se construya un centro comercial y una playa de estacionamiento, espacio que tanta falta hace en el centro de la ciudad, pues no sólo se trata de señalar como zonas rígidas las calles del centro histórico, sino de dar una alternativa a los ciudadanos para estacionar sus vehículos.
Y por qué no, un viaducto entre las calles Paucarpata y Pasaje Santa Rosa. De tal forma que el frontis del hospital, ya recuperado, se integre con el monumento a Goyeneche. Claro que el hospital ya no funcionaría como tal, sino como un museo, tan necesario en la ciudad. La zona ya no califica como ubicación para un establecimiento de salud del nivel que se requiere.
Esta tarea debe estar a cargo del gobierno regional y de la municipalidad provincial. El gobierno de la ciudad no es sólo cemento y asfalto, si no la preservación de nuestra identidad, recuperando el patrimonio inmobiliario y dotando de pulmones a la urbe que tanto lo necesita.
No pensemos en pequeño. Sólo miremos al Misti, un verdadero coloso, que debe ser nuestra inspiración. No perdamos nuestra identidad, preservémosla y contagiémosla. Que se haga verdad y no sólo sea letra la frase: “No en vano se nace al pie de un volcán”, y no olvidemos las notas de nuestro himno: “que por siempre tendrás juventudes, que renueven laureles de ayer”.
¡Por Arequipa y para Arequipa, por siempre y para siempre!
Discusión sobre el post