Mónica Sánchez
Educadora
Docente de la UCSP
Es muy frecuente escuchar a padres de familia o maestros decir que un niño tiene problemas de atención y concentración. A veces esta conclusión es un tanto injusta, pues nace de atribuirle estas dificultades a cualquier pequeño que se encuentra en movimiento.
Por ello, hay que abordar el tema con serenidad. Que el niño se distraiga hasta con el volar de una mosca no significa necesariamente un problema grave, pero si no se atiende, le puede causar complicaciones en el colegio o en su rutina diaria.
La atención se puede definir como “la capacidad de seleccionar la información recibida a través de los sentidos y que nos permite dirigir y controlar los procesos mentales”. La concentración es “la capacidad de mantener la atención focalizada en un objeto o en la tarea que se esté realizando”.
La atención se puede definir como “la capacidad de seleccionar la información recibida a través de los sentidos, que nos permite dirigir y controlar los procesos mentales”. La concentración es “la capacidad de mantener la atención focalizada en un objeto o en la tarea que se esté realizando”. Ambas van de la mano y son indispensables para lograr el aprendizaje.
Que un niño se encuentre atrasado en el cuaderno o que la profesora cite al padre al colegio porque el pequeño distrae a sus compañeros y conversa mucho son signos de algo que debemos atender.
¿Qué origina esto en los niños? Pueden ser muchos factores: no haber dormido adecuadamente, no haber tomado desayuno, estar ansioso por alguna actividad que realizará por la tarde con sus padres, la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga el sábado, etc. Pero también, en algunos casos, puede ser el estrés o la ansiedad de algunas situaciones problemáticas de los adultos que los niños perciben en su entorno familiar más cercano.
La atención y la concentración hay que ejercitarlas, es por ello importante que padres de familia y maestros se encuentren informados de pequeñas técnicas que les sirven a los niños para entrenarse desde los primeros años, como, por ejemplo, juegos de memoria, contar lo que hizo ayer en el paseo al campo o a la playa, compartir lecturas cortas de algunos cuentos y mantenerse atento y concentrado durante la narración.
El ejercitar el cuerpo y la respiración también ayuda a los niños a conectarse y estar atentos y concentrarse, lo que les permite alcanzar un equilibrio y mejorar así sus condiciones físicas.
El ejercitar el cuerpo y la respiración también ayuda a los niños a conectarse y estar atentos y concentrarse, lo que les permite alcanzar un equilibrio y mejorar así sus condiciones físicas. Esta es una excelente alternativa que deberían poner en práctica los padres de familia en casa y los maestros en las aulas.
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