Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Cuando todos pensamos que la noticia de la semana sería la posible salida de Piero Corvetto de la ONPE, o el avance de la nueva denuncia constitucional contra Martín Vizcarra y su gabinete, por la disolución fáctica del Congreso en 2019, aparece un nuevo escándalo.
El día viernes, el Poder Judicial autorizó al Ministerio Público detener a Nicanor Boluarte —hermano de la presidenta—, en el marco de una investigación por tráfico de influencias.
Según lo que ha trascendido en medios periodísticos, el hermano de la presidenta habría empleado la selección de prefectos y subprefectos para que le ayudaran a recolectar firmas, en el proceso de creación del nuevo partido político “Ciudadanos por el Perú”. Ya desde hace meses se discutía sobre el influjo que el hermano tenía en la gestión de Dina, incluso para algunos analistas la salida del exprimer ministro Alberto Otárola, se debió al enfrentamiento que habría sostenido este con Nicanor, donde habría ganado el hermano de la presidenta.
Hay que tener en cuenta que este es un duro golpe para la menguada gobernabilidad de Dina, más aún cuando no puede atender personalmente este nuevo escándalo, debido a la convalecencia por una afección pulmonar que habría tenido, según el Premier Gustavo Adrianzén y por lo cual estrenó la figura de un vocero que poco habla y cuando lo hace, poco dice.
Lo más complicado es que Dina se está quedando cada vez más sola y con cada escándalo se cierra más su círculo de confianza, previendo que sin mejores consejeros se equivocará aun con más frecuencia. Lastimosamente, el que más sufrirá es el país, porque el mal gobierno perjudica a los más vulnerables, como nos lo demostraron las últimas cifras de pobreza, reportadas por el INEI.
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