Guillermo Fernández Del Carpio
Escritor
No recuerdo exactamente el primer libro que leí, pero la aventura empezó cuando escuchaba a mis padres hablar de los libros que leían. Desde niño, tuve interés en leer y conocer un poco más el mundo. Intuyo que hoy existe mayor interés y amor por los libros que hace unos años atrás, esto debido a las diversas ferias de libros que se organizan. El mundo digital permite tener acceso a libros clásicos y contemporáneos. Personalmente me acostumbré a leer libros virtuales con los años. La experiencia de leer, no depende del medio, sino de la esencia que se encuentra en la lectura. Los libros nos animan a vivir, a imaginar, nos disipan de la tristeza y nos reconfortan en la alegría.
La experiencia de leer, no depende del medio, sino de la esencia que se encuentra en la lectura. Los libros nos animan a vivir, a imaginar, nos disipan de la tristeza y nos reconfortan en la alegría.
Mis autores predilectos son: Borges, por ser un creador casi perfecto de la ficción. Su literatura argumenta la causalidad y todo lo leído lo plasma en versos y prosa que enriquecen el buen oficio de escribir. Yo no comparto con el célebre autor gaucho, su posible postura agnóstica, y digo posible porque su obra tiene como esencia el infinito y el universo, como se aprecia en El ibro de arena y en La biblioteca de Babel. Su mejor libro —a mi modesto parecer— es El Aleph, un punto desde el cual se ven todas las partes del universo.
Admiro a Vallejo por ser creador de una nueva forma de literatura con su aire metafísico, su creativa estética y el uso de neologismos, unidos a un escritor que forjó en su alma lo que le sucede a Dios y al hombre. Sus mejores libros son Los heraldos negros, Trilce y Poemas humanos.
Leo a Aristóteles, por su visión anticipada de la existencia de Dios; a Neruda, porque tiene muchos versos de amor escritos metafóricamente; admiro a Einstein, por su sabiduría y por la argumentación acertada del futuro de la tecnología en la humanidad. Necesito leer a Gabriela Mistral por su ternura; a Amado Nervo, por la huella continua de la divinidad entre sus egregios versos; al genial y apologético Gilbert K. Chesterton, por su capacidad para argumentar y a Víctor Andrés Belaúnde y José Luis Bustamante y Rivero, por sus pensamientos acertados sobre la realidad de nuestro país.
También leí a autores distintos a mis pensamientos. El existencialismo sartriano —de Sartré— tiene una parte humana muy peculiar que valora el momento de vivir cada día, donde la nada sí existe, porque al negarla no podría afirmarse que el universo existe. La nada es opuesta al universo. Marx se identificó inicialmente con la injusticia a los obreros, pero como sostendría George Orwell, terminó siendo una utopía, y así podría citar a Camus, Heideguer, Vargas Llosa, Mariátegui, entre otros, quienes con sus ideas opuestas hacen repensar las mías.
Necesito leer a Gabriela Mistral por su ternura; a Amado Nervo, por la huella continua de la divinidad entre sus egregios versos; al genial apologético Gilbert K. Chesterton por su capacidad para argumentar.
El lector va teniendo una amistad con el escritor, eso es lo hermoso de los libros, porque al inicio hay dos personas que no se conocen. En el transcurso de la lectura, el lector se identifica con uno o más personajes, los hace propios y desea saber el desenlace. El final del libro puede tener incógnitas para el lector. Yo no cierro los mejores libros, porque no existiría sin ellos. Así es mi amor a los libros, que han hecho de mí un bisoño escritor.
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