Pronto cumplirá 50 años amasando, friendo y consintiendo el gusto de los veraneantes de Mejía.
Gabriel Centeno Andía
La necesidad de regresar a Arequipa durante un verano, obligó a Victoria Condori de Medina, a poner en práctica sus conocimientos en repostería -aprendidos de su madre Rufina Sosa- y así Vickyta (como la conocen en Mejía) empezó un negocio que en 2022 cumplirá 50 años.
En 1972 -asegura Vickyta- empezó a preparar y vender empanadas en el balneario de Mejía. Ese verano, y con 18 años, se quedó sin dinero para retornar a la ciudad Blanca, entonces decidió preparar 30 empanadas de queso que su hermana Anita vendió en tiempo récord en la playa. “Como se vendieron rápido, preparé 30 más y pude conseguir el dinero para retornar con mi esposo”, recuerda.
Pero su sazón privilegiada no fue lo único que le valió para venderlas pronto, sino el nombre de su madre, que durante varios años vendía en el mismo balneario frutas frescas a los visitantes y tenía una trayectoria comercial impecable.
La necesidad de Vickyta fue cubierta con esa primera venta, pero además motivó el inicio de un negocio familiar encabezado por su madre y que involucró a todas sus hermanas.
Cada verano doña Rufina enviaba a sus hijas a ofrecer empanadas a la playa. Se vendían con rapidez y se ganaron una fama que las obligó a volver para continuar con su emprendimiento.
Con los años, fueron innovando nuevos sabores e incorporaron empanadas de carne, pescado, mariscos, hasta variedades vegetarianas. Actualmente tienen de sabor a pizza, salsa blanca, ají de gallina, lomo saltado, rocoto relleno, hawaianas y otras más, que sería en vano detallar si no las van a probar.
Vickyta llega a Arequipa
Hace 10 años, el negocio de las empanadas llegó a Arequipa de la mano de su hijo Emilio. No tenían un local así que las ofrecía en la vía pública por Umacollo. Pocos las conocían y las confundían con cachangas y sopaipillas.
“Vendía 30 empanadas al día y algunas veces 50, pero el problema era que las llevaba hechas y no es lo mismo que prepararlas al instante, por eso decidimos alquilar un local donde instalamos una cocina y empezamos a elaborarlas.
Ese año vendimos hasta 150 al día y nos fue bien, por lo que abrimos un segundo local por la zona”, asegura Emilio.
Hace 4 años -aproximadamente- cerraron uno de los locales debido a problemas de salud de Vickyta y su esposo Godofredo, sin embargo, la venta en la playa supo compensar de alguna manera esa decisión. A lo que no pudieron sobreponerse fue a la pandemia, pues con los locales cerrados poco o nada hicieron para vender empanadas.
“El año pasado fue complicado y nuestras ventas bajaron un montón, recién el último trimestre de 2020 pudimos vender algo por delivery pero ahora estamos recuperándonos poco a poco”, cuenta Emilio que ahora se encuentra en Mejía junto a su mamá vendiendo las deliciosas empanadas.
Vickyta nunca imaginó continuar con este negocio tanto tiempo, pero ahora sueña en que sus productos lleguen a Suiza, donde actualmente vive su hija Giovanna. “Este negocio me dio muchas oportunidades, alegrías y también tristezas. Pero hay que continuar y espero que mis empanadas lleguen a Suiza, tal vez pueda tener un pequeño local allí”, dice optimista.
Lo cierto es que doña Rufina ha dejado en Mejía un legado de sabor; una tradición que parece, perdurará por siempre en los paladares de los veraneantes y cuya responsabilidad ahora recae en su familia, sobre todo en algunas de sus hijas, que decidieron abrir sus propios negocios. Así que el sabor de Morita -como le decían a doña Rufina- está garantizado.
EL DATO
Las empanadas que prepara Vickyta son fritas en aceite y tienen una textura especial. Su sabor hace que las personas en Mejía, esperen varios minutos por su pedido. Vale la pena.
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