Gabriel Centeno Andía
María Fernanda Mazeyra, decidió dejar su trabajo y sus ingresos fijos, para ser ella misma. Hace cuatro años, inició su negocio que promueve bienestar y salud a través del consumo de infusiones naturales. Le puso el nombre de su bisabuela, aunque al final, terminó por encarnarse en ella misma y hasta personalizando su marca.
“Estudié Ingeniería Industrial y trabajé en el Misterio de la Producción. Antes de empezar mi negocio, era consultora para un proyecto de formalización de cuero y calzado con los productores de Arequipa. Era interesante conocer cómo se desarrollaba ese sector, pero al final decidí dejarlo para emprender mi negocio”, sostiene.
Por ella misma
La Clotilde, surge de la necesidad que tenía María Fernanda por consumir infusiones. Muchas de las que pedía, llegaban saborizadas y no eran 100% naturales. “Empecé a mezclar en mi bebedero diferentes hierbas y me las llevaba al trabajo. Algunos me preguntaban qué era y les explicaba sobre sus propiedades. Así nació todo”, refiere.
Antes de renunciar, debía tener algo seguro, por eso elaboró un proyecto que presentó a la PUCP y que fue validado como startup. “Tuvimos su apoyo técnico para poder desarrollarlo. Lo fundamental en nuestra propuesta, fue incluir a mujeres altoandinas del Perú en nuestra cadena productiva”, asegura.
Hoy La Clotilde, ofrece hasta 35 infusiones naturales en base de hierbas y frutas peruanas, que promueven bienestar y salud, revalorizando cultivos y tradiciones ancestrales, y empoderando a las mujeres altoandinas del sur del país.
“Lo más difícil de emprender, es dar el primer paso, renunciar al sueldo fijo y estabilidad, por algo que puede o no funcionar”, refiere al recordar que, el inicio fue próspero de la mano de especialistas en el tema, pero luego de un año y medio de operación, debió postergar su producción por la pandemia.
“El 70% de nuestras ventas, era para cafeterías y restaurantes, pero todas cerraron por el COVID-19. Incluso alquilamos una pequeña planta que tuvimos que cerrar y hasta usar un camión de gaseosas para trasladarnos, porque no había el servicio de mudanza por la pandemia; sin embargo, nos recuperarnos”, recuerda.
EL DATO
La promoción que funcionó con La Clotilde, es el ‘boca a boca’. “Es importante cuando cumples lo que prometes y el producto habla por sí solo”, sostiene María Fernanda Mazeyra.
Incursión en las redes
Esa etapa sirvió —como a muchos— para recurrir a las redes sociales. Optaron por Instagram, donde María Fernanda promocionaba infusiones para relajarse y limpiar el organismo durante la cuarentena.
Inició con casi 1 000 seguidores y actualmente supera los 11 000. Tuvo éxito y muchos empezaron a solicitarle las infusiones. Para octubre de 2020, habían alcanzado las ganancias que obtuvo antes de la pandemia.
Creciendo juntas
Hace cuatro años, María Fernanda no tenía muchos proveedores y contactó a ocho mujeres que, además de cosechar, se dedicaban a la selección de los insumos en la localidad de Yanque (Caylloma). Hoy son 35 las mujeres involucradas con la empresa en Yanque y otros distritos de Arequipa, además de las regiones de Puno y Cusco.
Las señoras, no solo cosechan, también seleccionan las hierbas. La merma de la producción, se composta para el suelo donde se producen sus cultivos, lo que convierte a La Clotilde, en un negocio ecoamigable.
“Ha sido un proceso duro, pero a la vez bonito. Aprendimos mucho y lo más importante, es que crecimos juntas”, sostiene. Actualmente, La Clotilde esta presente en Arequipa, Lima, Cusco, Juliaca, Puerto Maldonado y Trujillo; principalmente, en cafeterías, restaurantes y tiendas de especialidad con biodiversidad.
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