Christiaan Lecarnaqué Linares
Kawát es una realidad. Su objetivo: mejorar la nutrición animal. ¿Cómo? Con ayuda de moscas. Sí, estos insectos mal vistos en casa, muchas veces expulsados de las mesas y otras aplastados por los matamoscas de plástico, sirven de insumo para mejorar esta alimentación.
Estos insectos se convierten en una harina que constituye una alternativa a la preparada con anchoveta, maíz o soya, que se utiliza en las granjas del país, y que demandan más dinero o tienen un impacto negativo en el ambiente. En cambio, la también llamada proteína de insecto tiene una repercusión menor en el medio ambiente y supone menores costos para los criadores.
Uriel Torres, CEO de Kawát, explicó que en este proceso utilizan la mosca Hermetia illucens o también conocida como mosca soldado negra, que abunda en la región San Martín, donde opera hace dos años este emprendimiento. “Cuando llegué a San Martín pregunté por este insecto, pero la gente no lo conocía como la mosca soldado, sino como kawát, que es una palabra awajún. Así le puso el nombre a la empresa”, recordó.
Absorción de nutrientes
En líneas generales, el proceso consiste en criar larvas alimentadas con residuos orgánicos (generalmente provenientes del café), que aportan los pobladores de Nueva Cajamarca de la provincia de Rioja, centro de operaciones de la planta de Kawát. A cada poblador se le entrega un balde para que lo llene con desechos.
Este proceso es importante porque estas larvas absorben las proteínas y grasas de los desperdicios, adquiriendo cada una aproximadamente un 42 % de proteínas. Esta tecnología se denomina bioconversión.
Luego, antes de que estas alcancen una edad adulta o se conviertan en moscas, son deshidratadas o pulverizadas a efecto de transformarlas en harina para la dieta de aves, peces y cerdos. Además, lo que dejan estos gusanos se utiliza como fertilizante orgánico para los cultivos.
Las larvas también pueden seguir otro camino, que consiste en dejarlas en este estado y así entregarlas para su consumo. En la fan page de Kawát hay un video donde se observa a las gallinas devorar los insectos.
Es importante destacar que un kilo de huevos de mosca soldado negra transforma 25 toneladas de residuos orgánicos, lo que genera cinco toneladas de larvas, esto implica una producción de 1700 kilos de harina y 15 toneladas de fertilizante orgánico.
Además, debido a que los pobladores aportan con los desperdicios para alimentar estos gusanos, en retribución, la empresa entrega su producto.
Por ahora, los clientes de esta empresa están en Lima. Esta harina se vende a criadores de animales exóticos u ornamentales, así como peces comprados para decorar el hogar. Este nicho mantiene el negocio y la idea es que crezca hacia otros grupos del sector pecuario que vean en esta alimentación una alternativa a la comercial, que aporta menos nutrientes y tiene un mayor costo económico.
El aporte de Kaman
Kawát es uno de los emprendimientos que contó con el apoyo de la incubadora de negocios de la Universidad Católica San Pablo (UCSP) durante 2022 y parte de este año. La lejanía no fue problema porque Uriel Torres aún viviendo en San Martín recibió estas asesorías a través del Internet que minimiza las distancias físicas.
“La incubadora (Kaman) tuvo un aporte significativo en la definición del modelo de negocio, así como en estrategias de marketing […] nos dieron capacitaciones y mentorías con expertos que nos formaron en la parte de comercialización y marketing”, dijo Torres.
Además, gracias a esta idea ganaron un premio en la última edición de la Convención Minera (Perumin 35), realizada el año pasado en Arequipa.
Uriel Torres hizo su vida en Lima y hace tres años llegó a la región San Martín por una consultoría, pero se quedó para emprender. Además de dedicar tiempo al negocio asesora en otras iniciativas, ejerce como docente, hace consultorías, etc.
La meta es crecer y ampliar la cartera de clientes para que Kawát permanezca en el tiempo.
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