Gabriel Centeno Andía
Cada mañana Viviana mete en su mochila una agenda, plumón, tijera, diclofenaco, sulfato de plata, esparadrapo, dos mamelucos, gafas protectoras, una mascarilla y algunas adicionales para entregar a quien se encuentre en el camino. La consigna del día suele ser casi siempre la misma. Ayudar a quien lo necesite, sobre todo si no tiene a nadie.
Aunque ahora es usual que la llamen al celular para avisarle sobre algunos casos especiales, donde ella se encarga de verificar y gestionar la ayuda que corresponda. Viviana Curitumay Sosa lidera la red de ayuda ‘Voluntarios en acción’ y ha podido ayudar junto a su grupo de amigos a cientos de personas de la ciudad de Arequipa.
Ella estudió hotelería y trabajó asesorando a algunas empresas del rubro. Además, inició la carrera de veterinaria, es postulante a bombero, activista social y también es la nieta favorita de al menos 15 abuelitos que ven en ella —y en su grupo— la oportunidad para vivir con tranquilidad sus últimos años.
Vivi (como la llaman todos), tuvo que mudarse de casa hace tres meses para no poner en riesgo a su familia, por el incremento de casos de COVID-19 y así seguir visitando a sus ‘abuelitos’. Sí, se mudó a 10 cuadras de su casa usando el dinero que retiró de su AFP. Ahora ocupa una habitación en el sector Las Torres del distrito de Alto Selva Alegre. No tiene televisión ni agua caliente, solo lo necesario. Lo más importante es que duerme con la conciencia tranquila.
De corazón mestizo
Hace ocho años conformó la asociación Corazones Mestizos, con la finalidad de proteger a los animalitos abandonados de la ciudad. Actualmente tienen a su cuidado 21 perritos que alimentan y también promueven su adopción. Todo se centraba en ayudar a los pequeños de cuatro patas, pero se dieron cuenta que algunos casos de perritos estaban asociados a adultos mayores en abandono a quienes también ayudaron.
A inicio de año, se propusieron apoyar a las personas afectadas por las lluvias en el cono norte y lograron canalizar colaboración, pero nuevamente se fijaron que los más vulnerables eran los ancianos por lo que decidieron focalizar su ayuda a esta población a través de ‘Voluntarios en acción’, que está integrada por estudiantes, policías, médicos, serenos, fisioterapeutas, técnicos en enfermería y muchos otros. No hay un requisito específico para sumarse al equipo de voluntarios pero sí se debe tener un gran corazón. El trabajo no ha sido nada fácil. Ganarle a la muerte casi nunca lo es.
Fernandino, el chico de los ‘tatoos’
En marzo de este año conocieron a Fernandino Palomino, un ‘bravo’ de 81 años, al que tuvieron que sacar de su rústica morada hecha con palos, esteras y alambres, ubicada en medio de una chacra del distrito de Tiabaya. Contrajo neumonía y su salud estaba en juego, pero se negaba a abandonar su hogar.
Al final lo convencieron para que reciba atención médica. Lo primero fue descartar el COVID-19 y ya con el resultado negativo en la mano, lo llevaron al hospital Goyeneche pero no lo atendieron, solo le pidieron una tomografía de tórax y que solicite una consulta externa cuando no las programaban en ese nosocomio. A los días regresó más delicado al mismo hospital. Nuevamente mostraron el resultado negativo y la tomografía, pero le dijeron que no lo podían atender por tratarse de un problema respiratorio, por lo que debían ir al hospital Honorio Delgado E.
Lo trataron como a un paciente con COVID-19 pese al resultado negativo. No tenían otra opción así que llegaron al área de emergencia del hospital general donde permaneció dentro de una de las carpas a la espera de atención médica pero nunca pudo ingresar a hospitalización.
En los ojos de Fernandino inicialmente se veía desesperación, pero con el paso de las horas su mirada fue de resignación. Vivi lo vio suplicar por ayuda porque no podía respirar, luego lo escuchó pedir perdón por las cosas malas que hizo y finalmente le oyó agradecer a Dios y a ella, por estar a su lado.
“Murió en mis brazos y así lo tuve cerca de cuatro horas hasta que el personal del hospital vino a recogerlo”, narra con tristeza.
También recuerda la exigencia de Fernandino para que le traigan jugo de zanahoria porque decía que era bueno para la memoria, así como los tatuajes que lucía en su hombro y pierna. Eran una araña verdosa y una calavera azulada, que incluso pudo ver antes que lo coloquen en una bolsa negra. Se acuerda además de la primera vez que lo vistieron y encontraron cartón debajo de su ropa pues lo usaba para sentir más calor. Vivi nunca va a olvidar como ese calor se apagaba poco a poco en sus brazos a la espera de atención médica.
EL DATO
‘Voluntarios en acción’ requiere de la ayuda de todos para seguir con su cruzada, para apoyarlos pueden llamar a los números 998 890 689 o 917 806 431.
Un propósito de vida
Así transcurren los intensos días de este grupo. Con más lágrimas que risas, siguen organizándose por WhatsApp y Facebook para ayudar a los abuelitos que no tienen mucho tiempo para perder. Antes de Fernandino ya perdieron a Juan Choquepata, Juan Cáceres y a Valentín, pero aun tienen a Felipe y a su perro Manchas, a Fredy, Leucadia, Zenobio, Carlos, Marina, Sabina, Sebastiana, Domingo, Leoncio, Esteban, Jorge y los que vengan, para continuar con su notable labor.
“Todos tenemos un propósito en la vida y voy a continuar hasta que Dios me lo permita, afortunadamente hay un grupo muy comprometido, y en el camino siempre aparecen personas que ayudan y me parecen milagros que se dan. Mientras eso continúe, hay que seguir”, sentencia Viviana, antes de salir una vez más al hospital general para acompañar a Felipe quien no puede dormir hace tres días angustiado por el bienestar de Manchas.
IMPORTANTE
Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Arequipa cuenta con una población de 1 millón 287 mil 205 habitantes y el 11.1% representa la población adulta mayor (143 mil 367 personas).
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