Juan Pablo Olivares
Los entrenadores no juegan, pero influyen. Se dice que los mejores no solo ganan títulos, también organizan planteles que se convierten en una familia. Todos los futbolistas arequipeños (o casi todos) de la década de los setenta y ochenta, pasaron alguna vez por el ‘ojo’ de Máximo Carrasco Meza.
Máximo, nació en el distrito de Cocachacra (Islay). Antes de ser entrenador de fútbol, fue futbolista, defendiendo los colores del Piérola, también fue atleta y profesor de Educación Física.
Se coronó como el mejor entrenador del fútbol profesional peruano con el FBC Melgar en 1981, pero la primera vez que dirigió al equipo ‘dominó’ fue en 1979, sin mayor éxito, motivo por el cual decidió capacitarse en Brasil.
También dirigió al Alfonso Ugarte de Puno, al Diablos Rojos de Juliaca, CNI de Iquitos, Deportivo Municipal y Aurora FBC, pero fue con el equipo rojinegro que entró a la historia del fútbol peruano.
Lamentablemente un accidente automovilístico, puso fin a su prometedora carrera como entrenador, el 5 de noviembre de 1990. Ahora Encuentro, recoge el testimonio del exfutbolista Jorge Ramírez para conocer al que fue para muchos, el mejor entrenador de fútbol en la historia de Arequipa.
Un entrenador capacitado e inteligente
Jorge Ramírez, exfutbolista campeón con Melgar en 1981 y amigo cercano de Máximo Carrasco, cuenta algunas anécdotas de lo que significó para él, este entrenador en su carrera como futbolista.
¿Cómo era Máximo Carrasco?, ¿era un buen estratega?
Era una persona muy preparada. Poco a poco el grupo fue entendiendo su capacidad y lo que quería de nosotros, trabajaba mucho en lo que era la estrategia. Recuerdo que en un entrenamiento nos dijo, que si nosotros estábamos a más de 2 300 metros de altura, nadie debía ganarnos.
Su táctica era que los primeros minutos de los partidos, rotemos y rotemos la pelota para que el rival sienta los estragos de la altura y ya en el segundo tiempo ‘asegurar’ los partidos y eso funcionó. Creo que solo perdimos uno o dos partidos de local.
¿Era un entrenador con mucha personalidad, de carácter fuerte?
Sí. Máximo era una persona que vivía con intensidad los entrenamientos y los partidos, era muy vehemente y nervioso. En los partidos que jugábamos de local, el profesor tenía la costumbre de pararse detrás del arco de la tribuna sur. Era muy inquieto, paraba mordiéndose los labios.
¿Tienes alguna anécdota que recuerdes?
En un partido de práctica, Máximo sacó al compañero Ernesto Guillén y a él no le gustó el cambio. Esa actitud no le gustó al ‘profe’ y empezó a renegar e increparle; Máximo se quitó el polo y casi se van a los golpes, tuvimos que calmarlos. En ese momento no sabíamos qué pasó con el profesor, quizás la presión de ser campeones, le jugó una mala pasada. Pero todo quedó ahí.
¿Siempre fue enérgico y drástico con ustedes?
No. Cuando era momento de entrenar o jugar, todos nos concentrábamos en el trabajo y acatábamos lo que le decía. Pero cuando realizábamos un buen entrenamiento o partido, a todos nos llevaba a una picantería y nos invitaba el almuerzo, más una cerveza negra a cada uno.
No solo era un buen técnico, sino también una buena persona.
Era muy amigo con todos nosotros, siempre estaba presto a apoyarnos. El compañerismo y unión que consiguió en el grupo fue la clave para el campeonato. Después del título del año 81, pienso que debió tener una oportunidad de integrar el comando técnico de la selección peruana, pero el accidente automovilístico truncó su carrera
¿Fue un golpe muy duro para ustedes, la muerte del profesor?
Sin lugar a dudas. Yo era una persona muy cercana a Máximo, también fui su asistente técnico el año que falleció. A él le gustaba viajar en su carro y yo manejaba. Recuerdo que viajamos a Moquegua para jugar un partido, él dirigía al Aurora FBC, luego del encuentro yo regresé con el equipo y Máximo se quedó porque tenía una reunión. Luego me enteré que sufrió el accidente. Fue muy doloroso.
¿Cuál fue la clave del éxito de ese equipo?
Creo que fue la disciplina. En ese sentido, nadie del equipo del año 81 tuvo problemas de esa índole y si alguien cometía una falta, el profesor Carrasco lo sacaba del equipo. Él era muy estricto en ese aspecto.
Un tipo A-1
¿Qué otras características tenían el profesor?
Era un tipo A-1. Siempre quería aprender, era muy humilde. Él no tenía problemas en consultar a los más experimentados cuando tenía una duda para armar el equipo. Recuerdo que en un partido Ángel Gutiérrez, no podía jugar por suspensión y el profesor nos consultó sobre quien podría ser su remplazo. Le sugerimos que sea Abraham Medina y le preguntó, si podía jugar como marcador izquierdo y Medina aceptó. Recuerdo que el ‘Loquito’ hizo un partidazo.
Máximo Carrasco, se convirtió en el primer entrenador peruano en sacar campeón nacional a un equipo de provincia, sin embargo, inexplicablemente, el arequipeño no continúo al mando del equipo rojinegro en la Copa Libertadores de 1982 y fue remplazado por Juan José Tan.
EL DATO
Cuando Ernesto Neyra, llegó al FBC Melgar en 1981, Máximo Carrasco lo recibió con los brazos abiertos. Neyra, llegó de jugar en Universitario de Deportes. El delantero asegura que uno de los éxitos del equipo, fue que el entrenador supo armar un buen grupo. ‘Repatrió’ a jugadores como Raúl Obando, Víctor Gutiérrez, Fredy Bustamante, entre otros. Era un equipo en su mayoría integrado por arequipeños.
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