Juan Pablo Olivares
Lucy Rodríguez Loza, tiene 43 años de edad y es la entrenadora que dirigirá al equipo femenino del FBC Melgar, en el próximo campeonato de la Copa Perú, con la misión de llevarlo hasta la categoría profesional.
La estratega arequipeña (con más de quince años de experiencia), trabajará además en la masificación de este deporte y la formación de nuevos valores.
Al respecto dijo que, el FBC Melgar, es un club con tradición, serio y respetable, y que tiene las herramientas para acrecentar el fútbol femenino en Arequipa y convertirse en un club con potencial en el sur.
“El FBC Melgar, es un club de renombre a nivel nacional e internacional, identificado con Arequipa y es el lugar correcto donde puedo hacer lo que siempre he querido, que es masificar el fútbol femenino”, dijo.
Lucha y equidad
El fútbol femenino en el Perú, es una historia de lucha. Durante varios años, las mujeres tuvieron que abrirse paso en contra de los prejuicios y trabas de una sociedad, que piensa, que no pueden o no deben ser parte de este deporte; pese a ello, el fútbol femenino tiene mucho que celebrar en los últimos años.
La liga femenina ya no es un torneo ignorado. Es televisado, descentralizado y aunque no es profesional, muchas de las jugadoras que participan en este campeonato, ya tienen un contrato; sin embargo, aún no hay equidad entre sus sueldos y los de sus colegas varones.
Para Rodríguez, el enfrentar los prejuicios y combatir el machismo, es un gran paso; no obstante, es necesario que más chicas jueguen fútbol y también, que más profesionales (fisioterapeutas, entrenadoras y periodistas) se interesen e ingresen al mundo del fútbol femenino.
“Las jugadoras a diferencia de los varones, tienen diferentes potencialidades y hay que saber identificarlas. Por ejemplo, durante su periodo menstrual, su rendimiento es mucho más alto a diferencia de la fase premenstrual, donde bajan por los estrógenos y estarán propensas a las lesiones”, aclara.
Sueño por cumplir
Para la entrenadora y socióloga de profesión, el fútbol es lo suyo, pero confiesa que, de niña practicaba atletismo y fue en la universidad donde la obligaron a jugar el deporte rey (en 1995, en los juegos cachimbo).
Lo hizo en el puesto de arquera y sobresalió, después fue convocada a la selección de la universidad y en 1997, jugó el primer campeonato nacional de futsal universitario.
Estudió para ser entrenadora en la escuela del IDUNSA, allí entendió que, desde el banquillo, tendría la gran oportunidad de aportar al crecimiento del fútbol femenino y darles una oportunidad a sus congéneres en este deporte.
“Para mí es muy importantes saber cómo se sienten las jugadoras, luego de un entrenamiento o partido. No me gusta ser autoritaria. En las mujeres se potencian mucho más los lazos de amistad. Trabajan en equipo”, señala.
Queda mucho por hacer, pero Rodríguez sostiene que, en los últimos años, se ha empoderado a las futbolistas y el resultado del trabajo realizado —hasta el momento— es positivo. Hay un crecimiento que va tomando más fuerza y que presenta una gran proyección hacia el futuro.
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