Juan Pablo Olivares
Simón Gonzáles Ferrer (56), es cubano. Mide casi dos metros, tiene el biotipo de un basquetbolista, pero fue voleibolista. También es licenciado en deporte y técnico de vóley. Hace más de diez años llegó a Arequipa, gracias a un convenio con el Instituto Peruano del Deporte (IPD). Desde entonces, promovió y enseñó los secretos del deporte de la net alta a los niños y jóvenes.
Se convirtió en un arequipeño más y en uno de los entrenadores más capacitados y destacados de la ciudad. El cubano era feliz, hasta hace unas semanas, cuando anunció que padece cáncer de próstata y por tal motivo debía abandonar el vóley — al menos— temporalmente.
Gonzáles, mundialista con la selección de Cuba, se enfrenta ahora al partido más duro de su vida: la lucha por la supervivencia. Aunque ya está en tratamiento, la noticia fue fulminante. Su vida se paralizó y cambió. De las canchas y entrenamientos, pasó a los hospitales y tratamientos.
“‘¿Cuántos años de vida me quedan?’, fue lo primero que le pregunté al doctor y me dijo que sólo tenía que luchar. Me preguntaba por qué a mí, si era deportista y tenía una vida sana”, dijo Simón.

Inicio de la lucha
Tras el diagnóstico, dejó de trabajar y luego de una pequeña etapa de negación, empezó a darse cuenta de lo que estaba pasando, lo asumió y lo afronta de la mejor manera posible. No quiere saber en qué etapa de la enfermedad está o si se va a morir o no, solo quiere ser positivo y estar relajado; preparar sus clases por Internet y seguir capacitándose.
Gonzáles, no reveló la gravedad de su condición. Antes de someterse a los exámenes médicos, confesó que había tenido fuertes dolores en la espalda, sobre todo cuando saltaba o hacía un sobreesfuerzo en los entrenamientos. No le hizo caso, hasta que empezó a bajar de peso.
Sintió que la muerte estaba cerca. Su vida y su final empezaron a recorrer una y otra vez su cabeza. Le empezaron a hablar de supervivencia, de algo que era inevitable, de tratamientos y otras cosas más. Se sintió indefenso.
Pese a que ha sido un golpe fuerte y repentino, Simón se muestra optimista y confiado en que le ganará al cáncer. “A veces tengo miedo a morir y a veces no, pero si Dios me da la oportunidad de seguir viviendo, la aprovecharé al máximo”, asegura con optimismo.
Cada persona es un “mundo” cuando afronta una enfermedad, su proceso y consecuencias. No todos los cuerpos responden igual. Hasta el momento, el entrenador ha recibido radioterapias y quimioterapias. Asegura sentirse mejor. Se vale por sí mismo. Ya puede caminar, aunque con ayuda de un andador y trata siempre de alimentarse bien.
EL DATO
La gente que desee apoyar y dar algún donativo al profesor Simón Gonzáles puede llamar al 991 821 499.

Fe y esperanza
Simón, desprende confianza por los cuatro costados. Su forma de encarar esta batalla, está basada en la perseverancia, esa que le permitió alcanzar metas deportivas en su adolescencia y juventud, logrando ser un entrenador reconocido. Tal vez esta cualidad lo convirtió en una persona con carácter competitivo y ganador.
Está comprometido a salir adelante. Dice que, quizás no le gane al cáncer, pero luchará hasta el final. “La fe, el deporte y los amigos, son las mejores armas en mi lucha contra el cáncer”, señala. Gonzáles dice estas palabras con una sonrisa y un gesto de esperanza.
Simón, lee la Biblia todos los días y agradece el apoyo de sus amigos y alumnos. Anhela sanarse para volver a las canchas y buscar jóvenes que quieran jugar al vóley. “Deseo que todos los deportistas piensen que pueden desarrollarse en el vóley y llegar a un mundial. Quiero conseguir eso y así irme tranquilo”, finalizó.
Gonzáles, no quiere ocultar su padecimiento, sino darle visibilidad para que su testimonio sirva como un alegato de esperanza y de cómo se debe afrontar esta dura circunstancia.
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