Juan Pablo Olivares
Thiago Moshe Cornejo Budiel, es un niño de 13 años de edad que sueña con ser futbolista profesional. Desde muy pequeño, exactamente desde que empezó a caminar, aprendió también a patear el balón.
Quiere ser famoso y popular como Lionel Messi o Jefferson Farfán y aspira a ser el mejor futbolista para ayudar a sus padres Duaner y Melina. Sueña con comprarle una casa a su madre y un carro a su papá.
¿Sueño o pesadilla?
Hace unas semanas, participó de las visorias que llevó a cabo la Unidad Técnica de Menores (UTM) de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) en Arequipa. En esta convocatoria, donde participaron más de 800 jóvenes entre los 13, 14 y 15 años, Thiago no pasó las pruebas.
“Sabemos que es difícil llegar a ser futbolista profesional, pero nosotros lo apoyamos y alentamos siempre. No pasar la visoria de la FPF le afectó mucho porque tenía miedo a decepcionarnos”, reconoce Melina Budiel, su madre.
En ese sentido, el psicólogo deportivo Franz Rivera sostiene que el problema comienza cuando se centra la existencia en torno a un sueño que no se cumple. En esa línea, el niño y su familia entran en una frustración que tiene el riesgo de prolongarse y convertirse en un estigma familiar.
Para evitar ello, es importante —asegura el especialista— la preparación psicológica, donde se considere la parte moral, ética, la resiliencia y demás habilidades blandas requeridas para el deporte y la vida misma.
Condiciones físicas y técnicas
Por su parte, el entrenador Jorge Pastor, encargado de las visorias de la Unidad Técnica de Menores de la FPF, sostiene que, cuando se realiza este tipo de pruebas, se dan varios factores que suelen ser determinantes para que un chico no llegue a demostrar sus habilidades y condiciones. Algunas de estas variables pueden ser, por ejemplo, el sistema de evaluación o las condiciones físicas del postulante.
Además, en este tipo de evaluaciones se busca jóvenes con buena estatura y proyección, es decir, se toma en cuenta la estatura de los padres. Según el entrenador, un niño de la categoría 2009 debe tener una estatura promedio de 175 cm y de la categoría 2010, un promedio de 170 cm. Si es de la categoría 2011, debe medir 165 cm.
“Lo primero que impresiona de un chico, es la capacidad física, cómo corre, su somatotipo y cómo se para en la cancha”, explica Pastor.
Sin embargo, lo más difícil para un joven talento es entender el juego. Es decir, saber moverse en el campo con y sin la pelota y realizar los movimientos correctos. “Por más que el chico sea muy técnico, muy rápido o fuerte, si no entiende el juego, no va a llegar lejos”, asegura el entrenador.
Sacrificios y dificultades
Melina y Thiago, madre e hijo, desde hace más de cinco años llevan, de cierta manera, una intensa rutina de vida. El adolescente entrena lunes, miércoles y viernes en las divisiones menores del FBC Melgar.
A su corta edad, Thiago sabe lo que es enfrentarse a los sacrificios y dificultades. Sin embargo, pese a su talento y capacidad técnica para el fútbol, el desarrollo físico le viene jugando en contra.
Thiago Moshe, está un poco subido de peso; según su madre, esto se debería a una posible enfermedad: la tiroides. Aunque, los médicos estudian el caso, la joven promesa tomó la iniciativa de realizar un entrenamiento físico los días martes y jueves.
Por ahora, su mundo sigue siendo el fútbol. Con gambetas, entrenamiento y disciplina, Thiago Moshe viene dejando atrás a sus rivales y también los obstáculos que ha encontrado en su corta vida. Él sigue soñando y entrenando porque tiene muy claro lo que quiere ser: futbolista profesional.
Sueño responsable
En este aspecto, Franz Rivera, advierte que si bien es positivo aspirar a un sueño, también es importante vivir en el dictamen de la realidad del día a día. Además, el joven debe fijarse en la perspectiva de que el deporte es un juego llevado con responsabilidad.
Mientras que Jorge Pastor, aconseja que los padres deben ser sinceros con los hijos. Más allá de querer cumplir el sueño de ser futbolistas profesionales, los progenitores no deben ilusionarlos y mucho menos presionarlos.
En el Perú y el mundo, miles de niños tienen la ilusión de ser futbolistas profesionales, pero la realidad de muchos es muy distinta. Las presiones familiares y el mal trabajo de las escuelas de fútbol hacen de esta determinación un camino muy difícil, y llevan a la posibilidad de que este sueño se convierta en una pesadilla.
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