Juan Pablo Olivares
El momento era preciso para callarle la boca a todos, demostrando de qué estaba hecho y pasar a la historia del FBC Melgar. A pesar de que no era el arquero titular, el tipo se preparó más de la cuenta para afrontar la final del Torneo Descentralizado de 1981, ante Sporting Cristal.
Transcurría el minuto 78 del partido, el árbitro expulsó al portero argentino Emilio Campana; era el momento para Suclla. El guardameta estaba en el banco de suplentes, nervioso, no esperaba la expulsión del ‘Che’. Sus compañeros lo alentaron y saltó al campo de juego. Todas las miradas apuntaron hacia él, ¿estaba preparado para el trascendental partido? Él quería demostrar que sí.
“Esa noche tuve el sufrimiento más grande de mi vida. Recuerdo que el entrenador me dijo que me cambiara para ingresar y que caliente. En ese momento se me caían los pantalones de miedo, pero tenía que asumir el reto. Me anotaron un gol, pero logramos el objetivo de ser campeones. Fue una noche que no quisiera recordar”, cuenta.
En ese entonces, hablar de Arnaldo Suclla como una de las figuras del FBC Melgar, era tan improbable como imaginar que años después existiría el VAR. No era gigante, ni tenía el físico fornido que entonces era requisito indispensable para el puesto. Al contrario, el arquero era de estatura mediana y decían que no tenía el prototipo necesario.
“No aspiraba a mucho en el fútbol porque siempre prioricé mi trabajo en el Ferrocarril, donde trabajé 30 años. Además, no me daba cuenta de las condiciones que tenía, nunca me supe valorar como arquero, no creía que era un futbolista de nivel. Es más, no tenía problemas de que Emilio ‘Che’ Campana sea el titular”, confiesa.
Arnaldo Suclla, de adolescente, no tenía noción de lo que era el puesto de arquero, él soñaba con ser lateral izquierdo. Poco a poco mostró chispazos de ser un buen guardavalla y se hizo profesional con mucho esfuerzo y valentía. El exfutbolista, cuenta que llegó al cuadro rojinegro por casualidad. Su contrato era solo por un año y jugó diez.
“Fuel el profesor Máximo Carrasco quien me convenció para firmar por el equipo. La única condición fue que me diera la facilidad para seguir trabajando en el Ferrocarril. Yo siempre tuve la mentalidad de no vivir del fútbol. Pensaba que en cualquier momento me podían botar del equipo y me quedaba en la calle”, confiesa.
Dolor y sacrificio
La vida de los futbolistas, en muchos casos es sacrificada. La de Arnaldo Suclla, no es la excepción. Su niñez y adolescencia fueron difíciles. Quedó huérfano de padre a los 11 años de edad, desde entonces, su familia se quedó desamparada, no sabían qué hacer.
Pero Arnaldo, soñaba con ser futbolista. Empezó a jugar en la liga de Mariano Melgar, en el Strong Boys. Destacaba como lateral izquierdo y los dirigentes lo ayudaron con sus útiles y gastos escolares y de esa manera apoyaba a su mamá.
Ya en el puesto de arquero, defendió las sedes del Atlético Universidad, White Star y Sportivo Huracán. También estudió la carrera de Relaciones Públicas.
Poco a poco fue destacando como arquero, pero fue señalado de sufrir un problema de visión, por lo que no podría atajar de noche. Nada de eso es cierto. Suclla, explica lo que sucedió.
“No tenía ningún problema. Lo que pasó es que jugando con el Atlético Universidad en un partido de noche, me lanzaron un remate rasante y yo me lancé para atajar el balón, pero antes de llegar a mis manos, la pelota tocó un borde del campo y se levantó, y fue allí que dijeron que tenía problemas de visión; yo me acomplejé un poco. Era un trauma que tenía”, recuerda.
Profesional y empresario
Suclla, es un eterno agradecido. Asegura que el fútbol le regaló momentos increíbles y buenos amigos. Hoy el exarquero es un próspero empresario. Tiene una tienda de venta de ropa interior, un negocio con más de 50 años de antigüedad. Junto a su esposa se encarga de administrarlo.
“No fue difícil estar en un negocio de venta de ropa interior. Después de tantos años ya conozco los secretos”, confiesa entre sonrisas.
Víctima del COVID-19
En julio del año pasado, el exarquero contrajo la enfermedad del COVID-19, pero felizmente la superó sin mayor complicación. A pesar de que vive con un poco de temor, sale todos los días al trabajo, siempre cumple con los protocolos necesarios y asegura que el virus no es una broma.
“La situación por la pandemia es terrible, lo que estamos pasando no es un juego. Hay que estar siempre atentos, porque un descuido puede ser fatal”, asegura mientras se arregla y peina los bigotes para la sesión fotográfica.
Discusión sobre el post