Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno José Luis Bustamante y Rivero de la Universidad Católica San Pablo.
La pausa de Semana Santa es una oportunidad de lujo para la reflexión personal, de este modo, se puede volver a lo fundamental y hacer un ejercicio de introspección sobre lo que viene bien y lo que se debe mejorar. Este tipo de ejercicios no solo comprenden el ámbito personal, sino también el social y el político.
Al leer con atención La Política de Aristóteles, la pregunta por la mejor forma de gobierno no se encontraba en un modelo ideal, al estilo en que lo proponía su maestro Platón, donde el componente filosófico tenía que primar en el gobernante como condición habilitante de favorables decisiones en el gobierno, a pesar de que fuese dificilísimo que los filósofos atracaran la idea de llegar a conformarlo.
Para Aristóteles, la responsabilidad del establecimiento del tipo de gobierno recaía en los ciudadanos, y ellos por medio de su posibilidad de deliberar —pensar, discutir y acordar— tenían que reflexionar y comparar las características de los gobiernos vecinos, entonces, viendo qué cosas funcionaban, se buscaba reformar lo existente y así obtener mejores resultados. Mientras que Platón buscaba un cambio total y permanente, Aristóteles planteaba la necesidad imperiosa de reformar a partir de la reflexión, reconociendo en la política un camino discontinuo, donde podemos alcanzar mejoras, siempre parciales que implican nuevas deliberaciones ciudadanas.
Este tiempo de estrecha paz que tenemos puede ser productivo para el país, pero requiere que todos aportemos, desde los tanques de pensamiento, pasando por las universidades y los responsables de las entidades públicas. No es descabellado que tengamos nuevas elecciones en el horizonte, pero llegar a ellas con las mismas circunstancias de 2022 no va a arrojar resultados distintos, por ello, desde los partidos políticos e iniciativas ciudadanas necesitamos promover el diálogo nacional.
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