Jorge Martínez
Filósofo y docente universitario en Chile y Perú
La grave situación económica argentina no podría entenderse sin una referencia al estado de su política. El asunto es bastante sencillo: en la política argentina manda el peronismo, pero un buen sector de este ha sido jibarizado como kirchnerismo.
¿Y qué es el kirchnerismo? Es una idea nacida de la cabeza del patriarca Néstor, ya fallecido, cabeza de una ignorancia y una ramplonería pocas veces vistas, que descubrió en el peronismo y en las ideologías de izquierda un resquicio por donde infiltrar su “proyecto”. Al respecto, en 2003, un político peronista llamado Ramón Puerta, quien en la crisis de 2001 ocupó la presidencia de la República por dos días, le preguntó una vez a Néstor Kirchner: “Néstor, ¿cómo es esto? Hasta hace poco los dos éramos los alcahuetes de [Domingo] Cavallo, yo primero y vos segundo y ahora te ponés a la izquierda”. Y Kirchner respondió: “Ramoncito, la izquierda te da fueros”.
Volvamos al “proyecto”. Este se articula en dos fases o momentos centrales. La Fase 1 del “proyecto”, que ni siquiera podría llamarse una ideología, consistió en poner en pie la más gigantesca maquinaria de expoliación sistemática del Estado, nunca conocida en la historia del país, en beneficio propio y de sus allegados.
Hubo incluso un vicepresidente en ejercicio durante la segunda presidencia de Cristina Fernández, Amado Boudou, quien intentó quedarse fraudulentamente con la imprenta Ciccone, la casa que imprimía los billetes por encargo del Banco Central. Actualmente, Boudou cumple una condena firme, aunque el juez que ahora es entendido en el caso lo benefició con prisión domiciliaria, con el insólito argumento de que “su familia lo necesita”.
El caso es conocido en Argentina como el “Boudougate”. Dígase también que el juez estimó que los cursos hechos por Boudou en prisión podían contabilizarse para reducir en 10 meses su condena. Algunos de esos cursos fueron los de “montador electricista”, “electricista instalador”, “organización de eventos” e incluso un taller de filosofía. Esta última capacitación probablemente le habrá hecho descubrir a su alma gemela, Sócrates, que también padeció la prisión, aunque por otras razones y con otro final.
La Fase 2 del plan kirchnerista fue temporal e inesperadamente interrumpida por un gobierno de distinto signo, el de Mauricio Macri, el cual, a la larga, se revelaría como muy ineficiente e incapaz a la hora de detener el deterioro acelerado de la República iniciado por los Kirchner. Esa Fase 2, retomada con el regreso al poder en 2019, consiste en remodelar todas las instituciones republicanas y en especial el Poder Judicial, de manera que el saqueo consumado en la Fase 1 quede impune.
Pero algo volvió a salir mal y ahora tenemos un país entero en estado de convulsión, debido a los inesperados problemas con la justicia padecidos por la heredera natural, Cristina Fernández, lo cual es perjudicial para la consolidación de la Fase 2.
Eso es todo. Eso es el kirchnerismo, no hay un futuro común que involucre a todos los argentinos, no hay un plan de gobierno, no hay estrategia de corto, mediano o largo plazo. ¿Cómo podría haberlos si no se sabe qué modelo de país quisieran los argentinos? Todo se reduce al “vamos viendo”, una expresión popularizada por el exministro de Economía del actual gobierno, Martín Guzmán, ideológicamente sostenido por Joseph Stiglitz. No hay nada, salvo la obscenidad exhibicionista de unos políticos que solo se diferencian de los vulgares descuidistas por la magnitud de sus robos.
La República ha quedado reducida a un botín. No está de más recordar que a esta situación se llega, según San Agustín, cuando precisamente la justicia, la verdadera, ya no importa. “¿Qué son los reinos sin justicia, sino enormes latrocinios?”, se preguntaba San Agustín a comienzos del siglo V en su obra mayor, La ciudad de Dios.
Esta maquinaria nefasta llamada kirchnerismo tiene además el peligro adicional de que puede fagocitar a sus propios creadores. De ahí la necesidad de amarrar su continuidad por la línea familiar. Pero esto tampoco está funcionando. Y es que, de los dos posibles herederos, una y uno, ella es la negación misma de los talentos y la vocación necesarios para continuar con el “plan”.
Florencia Kirchner ha descubierto que lo suyo es el cine y ha intentado abrirse camino en ese campo. Está muy alejada de los negocios y de la política, aunque eso no impide que se haya descubierto hace poco, a su nombre, una maleta con 5 millones de dólares en una caja de seguridad del Banco de Galicia y Buenos Aires. Es que las matrículas en las academias de cine son carísimas. Y el otro, su hermano Máximo, actualmente diputado y jefe de La Cámpora, está a años luz de la astucia maquiavélica de su padre y de la capacidad oratoria de su madre. ¿Qué viene a continuación si el kirchnerismo se sale con la suya? Una vida más pobre en todos los sentidos, un atraso en todos los niveles, una cultura diezmada. En suma, un desierto moral y material que acompaña a la desertificación física. Este es el momento crucial para que la política no extravíe el rumbo, pero “que se vayan todos” tampoco es una alternativa.
Cuando a finales de 2001 se desató una de las tantas crisis gravísimas en la política y en la economía argentinas, durante un tiempo se rezaba en todas las iglesias del país una Oración por la Patria, en la cual se invocaba la intercesión de la Patrona de la República Argentina, la Virgen de Luján. Esa oración dejó de rezarse al cabo de poco tiempo, cuando parecía que los ruegos habían sido escuchados. Por lo que se ve, sería conveniente renovar esas plegarias, aunque claro, esto no exime de responsabilidades a nadie. De hecho, cuando se habla de “milagro”, en materias políticas y económicas, este suele estar precedido por una firme voluntad, perseverancia y responsabilidad en acciones que están perfectamente al alcance de la mano y de las posibilidades de los países. El “milagro” necesita un terreno ético para florecer, pero claro, la fertilización ética de sus prácticas no cuenta entre las prioridades de la familia Kirchner y sus sacristanes.
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