Verónica Bringas Rodríguez
Docente de Ingeniería Ambiental e Ingeniería Industrial – UCSP
El descubrimiento siempre será algo asombroso. Una vista en aumento de una moneda en el microscopio, encontrar en la página de un libro el ápice de la información que tanto estábamos buscando y, de pronto, sentimos que dimos el gran paso.
Tenemos la sensación de que estamos próximos a un nuevo conocimiento, tal vez no nuevo para la humanidad, pero sí para la persona que vive la experiencia. Este acercamiento al fundamento es una alegría y una motivación para continuar indagando. Puede parecer muy sentimental esta idea, pero, ¿dónde quedaría la pasión que nos mueve a buscar la verdad?
La investigación está en nuestra esencia, y me atrevo a decir que en el instinto del ser humano. Todo lo que sabemos y el acceso que tenemos al conocimiento, se obtuvo por la curiosidad de nuestros antepasados, al querer descifrar el porqué de las cosas.
Esta indagación aún no ha quedado saciada debido a que la evolución constante, genera en paralelo nuevos desafíos, pero, ¿quiénes son los que asumen el reto? En efecto, todos tenemos la capacidad natural de resolver nuestros problemas; sin embargo, en ramas del conocimiento específicas ─donde es básico tener una noción previa─, son los profesionales más calificados quienes están llamados a la investigación.
Rol de la academia
La academia y sus instituciones gestan y forman a estos profesionales. Crean en ellos la capacidad de cuestionar, validar y proponer nuevos saberes con la visión de lograr un bien integral. Se inculca en los más jóvenes el simple hecho de contrastar información necesaria para sus estudios, se les enseña que hay muchas formas de llegar al resultado y que no se trata únicamente de aplicar un método de forma mecánica.
Mientras ganan más experiencia, comienzan a inquietarse por la coyuntura actual y la resolución de los problemas que esta presenta; entonces, la indagación envuelve todas las actividades que llevamos a cabo en la universidad. Es una fuente de generación del conocimiento y gracias a ello, de una educación renovada constantemente.
La investigación no es complicada y lejana, como lo piensan muchos, principalmente los alumnos de primeros años. Es simplemente cuestión de dedicación, pasión y una mente abierta para el aprendizaje. ¿Dónde, cuándo y con quién? La universidad nos brinda espacios para el desarrollo de indagaciones en laboratorios, bibliotecas, bases de datos, etc.
¿Cómo empezar esta labor?
Podemos iniciar esta práctica como asistentes, pasantes y/o aprendices. Las personas más adecuadas para introducirnos en esta labor, son aquellos docentes o especialistas que tengan una amplia experiencia en el tema de interés, sobre todo, los que cuentan con proyectos financiados, producción científica como artículos publicados en revistas o patentes registradas y, además, que participaron en eventos de divulgación de alcance nacional e internacional. Los recursos y el talento humano para la formación están totalmente disponibles en la universidad.
¿Debemos hacerlo solos? Se dice que la unión hace la fuerza y, en la investigación universitaria, esto enriquece el trabajo. Encontrar una variedad de carreras profesionales en un solo lugar, permite realizar colaboraciones entre diferentes líneas académicas.
Los equipos multidisciplinarios tienen una perspectiva integral y abordan la cuestión con una mejor comprensión desde todos los ángulos, obteniendo información muy valiosa y resultados sostenibles.
¿Es posible investigar en la universidad? Se puede formar humanos y equipos que, en libertad, sientan el deseo de seguir aprendiendo continuamente en la o las disciplinas que sean de su vocación a través de las diferentes actividades de investigación que tiene la institución, para que todo el conocimiento adquirido sea puesto al servicio de los demás, buscando el bien común y así contribuir con el desarrollo de nuestro país y el mundo.
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