Tatiana Medina
Arquitecta. Coord. de la carrera de Arquitectura y Urbanismo – UCSP
La holística es la forma de entender las cosas en su totalidad, integrando las particularidades y procesos que confluyen en cada estructura existente. La palabra holismo deriva del vocablo griego yólos, que tiene como significado “todo”, “por entero”.
Desde los inicios de la humanidad el hombre supo entender que todo a su alrededor guardaba relación. La percepción y la sensibilidad por su entorno lo ayudaron a construir su hábitat, encontrando un equilibrio entre su comunidad y la naturaleza. A medida que pasaba el tiempo, sin embargo, fue privilegiando el estudio fragmentario de las cosas, dejando de concebir la realidad en sus diferentes aristas. La arquitectura no fue ajena a este proceso y el resultado no fueron construcciones banales, utilitaristas y desposeídas de esa riqueza que aglutinaba una perspectiva multidimensional de su ser reflejado en el entorno.
Las consecuencias de lo anterior las vivimos hasta el día de hoy. ¿Qué podemos hacer los arquitectos de este tiempo? Lo central es comprender a las personas desde la virtud que les caracteriza y diferencia de los demás seres en la Tierra: su dignidad. La arquitectura debe responder a la dignidad de la persona concibiendo espacios “firmes, útiles y bellos”, como bien lo menciona Vitruvio, el gran arquitecto romano.
Resulta esencial que los arquitectos entendamos la relación de las personas con su contexto como si se tratase de una unidad indivisible. A partir de ese entendimiento, factores como la luz natural, los específicos factores climatológicos de cada lugar, la topografía, etc., resultarán condicionantes inherentes en todo proceso proyectual, logrando así objetos habitables e integrados con el lugar al cual se deben.
También, atendiendo los cambios climáticos, los arquitectos debemos considerar enfoques ambientales en el diseño, utilizando fuentes renovables que busquen mitigar el consumo energético.
Debemos, además, respetar la identidad cultural de las sociedades, resaltando los valores culturales de cada una de ellas. Para ello es vital la comprensión del entorno cultural, social y económico dónde se proyectará el espacio o la edificación. Resulta un gran desafío proyectar arquitectura respetuosa de las costumbres y herencia histórica de una sociedad; esto potenciará cualquier hecho arquitectónico, haciéndolo único e irrepetible.
Una visión holística en la arquitectura conducirá a crear espacios y hechos arquitectónicos con diseños integrales que logren un equilibrio entre la arquitectura, su entorno y las personas. El arquitecto, como profesional encargado de materializar espacios habitables que satisfagan las necesidades de las personas que los ocupan debe saber, también, construir una estructura armónica e indivisible con el contexto que lo acoge.
Lograr todo esto es imposible sin una adecuada formación universitaria. Debemos trabajar desde las aulas por rescatar esta perspectiva integradora de la arquitectura. En ello ha comprometido sus esfuerzos la Universidad Católica San Pablo, lanzando su nueva escuela profesional de Arquitectura y Urbanismo, que invitamos a todos a conocer. Estoy segura que este nuevo foco académico iluminará por muchos años el quehacer de quienes tenemos la misión de integrar al hombre con su entorno.
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