Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno José Luis Bustamante y Rivero de la Universidad Católica San Pablo
Dina Boluarte llega a su tercer mes de gobierno como la primera presidenta del Perú. A pesar del agrio recibimiento a su sucesión constitucional y los nubarrones que se presentaban en el horizonte, estableció una estrategia que le permitió permanecer en el cargo, pero no es suficiente.
Siempre un gobernante debe procurar marcar la agenda pública y evitar que se la impongan, más aún los rivales. De allí las ruedas de prensa diarias por la mañana de Andrés Manuel López Obrador o el manejo de Gustavo Petro de su cuenta de Twitter, para no ir tan lejos la estrategia de comunicación de Martín Vizcarra que le trazó Maximiliano Aguiar y que le permitió gobernar con la favorabilidad popular.
Pero no es sólo en términos mediáticos, sino también políticos; en el caso de su predecesor su proyecto sólo se hizo público en el autogolpe, ya que lo que quería era llevarse por delante la institucionalidad democrática y eso no lo podía hacer público, de allí que su comunicación fuera tan errática.
Pero la presidenta debe estructurar un proyecto político con su respectiva enunciación, ya que las bases por las que fue elegida rompieron con ella convirtiéndose en sus opositoras y debe dejar atrás dicha orfandad. Puede echar mano a varias iniciativas como la presentada por la Sociedad Nacional de Industrias días atrás, las cuales cuentan con una perspectiva descentralizada y que podrían servirle para atender varias necesidades urgentes, articulando una estrategia que le permita obtener gobernabilidad.
En democracia siempre tendremos tres grupos, los que están conmigo, los que son indiferentes y los que definitivamente no me quieren, a los primeros tengo que afirmarlos, a los segundos atraerlos y a los terceros neutralizarlos. Manos a la obra.
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