Maritza Chirinos Marroquín
Docente de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad Católica San Pablo
La moda siempre ha sido un elemento connatural, aunque en los últimos tiempos incrementó su relevancia en la configuración de nuestra vida. Existen diversos factores que han contribuido con ese hecho, como su rol en la influencia social o los complejos procesos de marketing y generación de “necesidad”; pero quizá uno de los más relevantes es la “accesibilidad de la moda”.
Podemos ubicar una tienda distinta en cada esquina que genera en nosotros la pulsión de comprar. La facilidad de adquirir nuevas prendas descartables a precios muy bajos, contribuye a que participemos en este ciclo de consumo que nos hace caer en la trampa del “consumismo desenfrenado”.
Pero este fenómeno no sólo impacta en la manera como configuramos la cultura y nuestras relaciones sociales, sino que tiene un impacto ulterior. ¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar en la procedencia de la ropa que llevamos puesta? ¿Nos hemos preguntado cuánto daño ambiental y social puede haber detrás de esas prendas que compramos sin pensarlo dos veces?
Detrás de esa prenda hay procesos, que van desde la extracción de los materiales hasta la fabricación y el transporte; y en cada etapa se tienen impactos ambientales. Los materiales utilizados, como el algodón o el poliéster, pueden requerir grandes cantidades de agua y productos químicos en su producción. Además, los procesos de teñido y acabado a menudo liberan sustancias tóxicas en el agua y el aire.
Por otro lado, esa prenda que acabas de adquirir a bajo costo probablemente no durará mucho tiempo. La fast fashion basa su producción masiva y rápida de prendas, con una calidad a menudo inferior. Es posible que pronto te des cuenta de que se desgasta, se decolora o simplemente deja de estar a la moda. En poco tiempo, te encuentras desechándola.
Es por esta razón, que muchos estudios ya no sólo evalúan las consecuencias ambientales de la extracción de la materia prima y fabricación, sino que también consideran los residuos de un rápido descarte, que a veces es tan o más impactante que las anteriores mencionadas.
La realidad es que no somos conscientes de las consecuencias, tanto ambientales y sociales, como se evidencia, por ejemplo, en la compra desmedida de ropa para bebés y niños. Imaginemos por un momento la cantidad de ropa que pueden llegar a tener en su closet. La rápida sucesión de etapas de crecimiento hace que muchas prendas apenas sean utilizadas antes de quedar obsoletas. En lugar de buscar alternativas más sostenibles, muchos padres optan por comprar constantemente ropa nueva para mantener a sus hijos a la moda.
Economía circular
La “moda rápida” genera una enorme cantidad de residuos textiles. Las prendas desechadas, los productos defectuosos y los excedentes de producción se acumulan rápidamente en vertederos, contribuyendo al problema global de la contaminación y al desperdicio de recursos. Sin embargo, si se adopta un enfoque de economía circular, estos residuos pueden convertirse en valiosos insumos para nuevos productos y procesos.
Para lograr una economía circular en la moda, es esencial implementar una logística reversa efectiva. Esto implica establecer sistemas y procesos que faciliten la recolección, clasificación y reciclaje de los residuos textiles. Las empresas de moda deben asumir la responsabilidad de recuperar los productos al final de su vida útil, ya sea a través de programas de recompra, donaciones o puntos de recolección específicos.
Para ello, el Estado debe regular y promocionar prácticas y gestiones sostenibles en la industria de la moda. Las políticas gubernamentales pueden establecer estándares y regulaciones para asegurar que las empresas cumplan con prácticas ambientales y sociales responsables, a través de procesos educativos formales.
Al incluir temas medioambientales y sociales relacionados con la moda en los programas educativos, también se puede proporcionar a las generaciones futuras una base sólida de conciencia y comprensión más completa de estos temas. Es hora de reflexionar sobre nuestro comportamiento y buscar alternativas más responsables.
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