Walter L. Arias
Doctor en psicología
Docente UCSP
El convulsionado panorama en el país —y por qué no decir de América Latina—, amerita que se profundice en el estudio y el análisis de diversas variables psicológicas que intervienen en los fenómenos políticos. En el Perú, la psicología política comenzó a ser objeto de estudio durante los años 80, por esos años también en Arequipa se publicó un breve trabajo sobre el carácter de los políticos en el segundo número de la revista Conciencia de la Universidad Nacional de San Agustín.
Durante muchos años el interés por esta temática se ha mantenido latente, hasta que a inicios del siglo XIX, Agustín Espinosa y Jean Marc Rottenbacher, ambos psicólogos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, investigaron la identidad nacional, el bienestar social, la discriminación, el autoritarismo de derecha y la orientación de dominancia social.
Diversos estudios señalan que si los ciudadanos tienen una cultura política adecuada, suelen orientar sus decisiones políticas sobre la base de los principios ideológicos y partidarios.
En Arequipa, la creación del Centro de Gobierno José Luis Bustamante y Rivero de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), ha estimulado diversas investigaciones sobre la percepción de la seguridad ciudadana, la cultura ciudadana y democrática, entre otras. Asimismo, ha permitido que se formen grupos de investigación interdisciplinarios que aborden temáticas afines. En este contexto se desarrolló una investigación, —que tuve la oportunidad de liderar— con la finalidad de valorar la relación entre la esperanza y la política entre los habitantes de Arequipa metropolitana.
Ello supuso validar y crear instrumentos pertinentes. Uno fue el Cuestionario de actitudes hacia la política, que contiene 12 ítems y que tiene una estructura de dos factores: gobernabilidad y participación política, que explicaron el 41.7% de la varianza total. Otro fue el Índice de esperanza de Herth, que nos dio una estructura unidimensional con adecuados índices de validez y confiabilidad.
Una vez obtenidas las propiedades psicométricas, se calculó la interacción de las variables ‘esperanza’ y ‘política’, y se encontró que la esperanza tiene un impacto moderado en las actitudes hacia la política de los arequipeños, pero que el grado de instrucción es una variable moderadora. Es decir, que aquellas personas con un nivel educativo mayor tienen más esperanza y sus actitudes hacia la política son más favorables. Por el contrario: a menor grado de instrucción existe un menor interés en la política. Esto se debe a una fuerte sensación de desplazamiento, pues no perciben que sus opiniones sean tomadas en cuenta en los planes políticos.
Cuando las personas no tienen una conciencia política bien formada, suelen orientar su voto sobre criterios subjetivos como la apariencia física del candidato, las dádivas electorales, las promesas, el atractivo del merchandising y la publicidad de la campaña electoral.
Asimismo, diversos estudios señalan que si los ciudadanos tienen una cultura política adecuada, suelen orientar sus decisiones políticas sobre la base de los principios ideológicos y partidarios, pero cuando las personas no tienen una conciencia política bien formada, suelen orientar su voto sobre criterios subjetivos como la apariencia física del candidato, las dádivas electorales, las promesas, el atractivo del merchandising y la publicidad de la campaña electoral.
De esto se desprende que para lograr que los habitantes de Arequipa tengan una participación política más activa debe de procurase mejorar su nivel educativo. Ello tendría un efecto en su conciencia política y su cultura ciudadana, aspectos básicos para la gobernabilidad democrática que en países como el Perú suele ser mal entendida y criticada, lo que promueve la aparición de propuestas populistas y demagógicas que terminan decepcionando al electorado.
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