Mónica Sánchez
Educadora UCSP
En un abrir y cerrar de ojos la vida cambió. Pasamos de tener todo planificado para el inicio de las labores académicas a una situación de aislamiento social para atender una emergencia sanitaria. Una cuestión de vida o muerte.
Las labores se suspendieron y en medio de la incertidumbre por el reinicio, apareció con fuerza la idea de digitalizar todos los contenidos de los cursos.
Inmediatamente todas las áreas educativas empezaron a trabajar habilitando de forma rápida, diferentes plataformas para iniciar el trabajo en línea con los diversos grupos de estudiantes. Iniciaron los grupos de WhatsApp, las reuniones en línea también, los tutoriales llegaban cada cinco minutos y los maestros en el fondo trataban de asimilar la situación. Unos se sentían confundidos preparando todo su material para cumplir con los plazos establecidos, otros sentían temor por el encierro y el avance del coronavirus, luego muchas personas comentando en redes y ellos tratando de optimizar su tiempo, porque las 24 horas del día son cortas para preparar su material.
No vamos a dejar de interactuar con los estudiantes, sino que cada maestro seguirá dando lo mejor para que nunca se rompa esa conexión mágica de enseñar corazón a corazón, aunque tengamos delante un monitor.
Los celulares no dejaban de sonar y todos preguntaban ¿cómo vas?, ¿lo lograste?, ¿terminaste de preparar tu clase?
Fue así que los maestros comenzaron a sacar lo mejor de sí. Esa capacidad de adaptarse a las circunstancias y a las diferentes realidades, poniendo toda su creatividad y talento para salir adelante en este nuevo reto.
Por eso esta parte de mi mensaje va para los alumnos, esos que nacieron con la tecnología bajo el brazo. Los docentes —sus docentes— necesitamos que entiendan algo. Muchos de nosotros hemos migrado a la era digital, por ende, todo puede ser más complicado pero no sentimos que sea imposible.
Y eso me lleva al básico manual de aprendizaje: nadie nace sabiendo, todos aprendemos de todos y cada día nace una nueva experiencia al navegar en este nuevo mar tecnológico, descubriendo nuevas estrategias de trabajo digital.
No dejaremos de interactuar con los estudiantes, sino que cada maestro seguirá dando lo mejor para que nunca se rompa esa conexión mágica de enseñar corazón a corazón, aunque tengamos delante un monitor.
Esta situación está sacando lo mejor de los maestros. Esa capacidad de adecuarse y de pensar en los demás formando grandes equipos y compartiendo saberes, aprendiendo a solucionar problemas, trabajando la tolerancia, empatía, gestionando recursos, siendo solidarios, manejando el estrés, concentrándose y desarrollando al máximo su creatividad.
Lo importante es sacar adelante la educación y luego, todos mirarán atrás y se darán cuenta de que esta experiencia quedará grabada en mente y corazón, como una anécdota que permitió retarnos y descubrir nuevas formas de aprendizaje.
Es hermoso escuchar mensajes de estudiantes que valoran el esfuerzo de cada uno de sus maestros y nos alivia porque muchas veces piensan que trabajar de manera digital es más fácil y simple, pero no es así. Cada sesión implica mucho trabajo previo, horas de esfuerzo, dedicación y mucho aprendizaje para dar lo mejor en cada encuentro.
Esta experiencia la están viviendo los maestros de todos los niveles educativos: inicial, primaria, secundaria y superior, pero cada uno desde su lugar, está intentando sacar adelante esta nueva vida en línea, tratando de trabajar sincrónica y asincrónicamente.
Lo importante es sacar adelante la educación y luego, todos mirarán atrás y se darán cuenta de que esta experiencia quedará grabada en mente y corazón, como una anécdota que permitió retarnos y descubrir nuevas formas de aprendizaje.
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