Germán Chávez Contreras
Rector de la Universidad Católica San Pablo
En los últimos días, hemos visto que la autoridad monetaria nacional, el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), ha reducido las tasas de encaje mínimo y de encaje adicional en moneda nacional.
La tasa de encaje es el instrumento de política monetaria que utiliza el BCRP para regular el ritmo de crecimiento o de expansión del crédito y de la liquidez del sistema monetario. Los recientes ajustes hechos en los primeros cuatro meses del año ya han significado una mayor liquidez de 541 millones de soles.
Por otro lado, el BCRP no descarta la posibilidad de reducir la tasa de interés de referencia (TIR). Hay quienes piensan que esta podría ser ajustada hasta en dos oportunidades en el 2017. Estas dos decisiones nos hablan de una política monetaria con intención expansiva. La incógnita es si el sistema puede absorber esta mayor liquidez. Veamos.
El incremento de la oferta monetaria o está en manos de las entidades financieras o se dirige en forma de créditos hacia los agentes económicos productores (empresas) o hacia las familias. Por esta razón, que no sorprenda si las entidades del sistema financiero abordan con insistencia a toda persona que tenga un empleo estable y consecuentemente un ingreso que lo convierta en ‘sujeto de crédito’.
Sin embargo, no parece que estemos en el mejor momento para tomar créditos, pues las expectativas sobre el crecimiento de la economía no son las mejores. Así, tenemos que la inversión pública y privada presenta reducciones sostenidas y la tasa de crecimiento del PBI, en tan solo el primer trimestre de este año, ha sido ajustada de 4.5 a 2 % e incluso menos. Los ajustes a la baja del comportamiento del PBI son congruentes con mayores tasas de desempleo y menor capacidad adquisitiva en las familias.
Vemos también que la morosidad de créditos bancarios (créditos atrasados como porcentaje de la cartera total de los bancos) ha alcanzado un nuevo récord en marzo, llegando al 3.01 % (la mayor morosidad desde el 2005).
Esta morosidad alcanza no solo a las micro, pequeñas y medianas empresas, sino también a las grandes corporaciones. Ante esta situación, parece evidente que las políticas monetarias deben ir acompañadas de otras políticas que incentiven la inversión pública y privada, para recuperar el mercado de trabajo y desde allí el mercado de bienes y servicios, que es donde se ve el bienestar o malestar de las familias.
La pregunta es si esto es viable, dado el déficit fiscal del -2.7 % del PBI para el acumulado de los últimos doce meses. Esta situación podría complicar la ejecución del estímulo fiscal de 5 500 millones de soles anunciado en marzo y del plan de reconstrucción recientemente aprobado por el Congreso de la República.
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