Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
El triunfo de Javier Milei, con una diferencia de casi 12 % sobre Sergio Massa, mostró el hastío del electorado con el kirchnerismo, al darle un abultado triunfo que legitimó el camino de las reformas económicas propuestas por el libertario.
Milei enfrenta tres retos inmediatos nada fáciles. El primero es no gozar de mayorías congresales que le permitan tramitar sus reformas de manera expedita; esto lo padece no sólo él, sino también Boric en Chile, Petro en Colombia, Lula en Brasil y desde el jueves pasado Noboa en Ecuador.
El nuevo presidente argentino tendrá que encontrar una fórmula que le permita llegar a entendimientos con los radicales y tratar de quebrar la mayoría kirchnerista.
El segundo reto es atender los compromisos internacionales, que en materia de deuda y bonos tiene el gobierno argentino con vencimiento en el corto plazo, especialmente lo relativo a los pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril próximo, que alcanzan los 12 mil millones de dólares, cuando en Argentina escasea la divisa norteamericana.
El tercero, es el shock económico, por un lado, en política monetaria lo máximo que puede hacer es evitar emitir más pesos argentinos, lo que le quitará presión al aumento de inflación, pero esto requerirá más tiempo para que sus efectos se comiencen a percibir.
Por el otro lado, la política de ajuste fiscal que ha planteado, buscará subsanar el déficit fiscal —diferencia entre el gasto público y los ingresos por impuestos—, eliminando ministerios y burocracia estatal; lo que sincerará las cuentas, pero generará algo de desempleo.
Ante el malestar social que generarán estas últimas medidas, Milei requiere una estrategia frente a las bases kirchneristas que han sido las dueñas históricas de la calle, de ello dependerá su gobernabilidad, tarea nada fácil.
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