Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
De lejos, se trata del club comercial más interesante. El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) reúne a las economías que –juntas– representan el 56 % del producto bruto interno del mundo –más de la mitad de lo que se produce en el planeta– y el 46 % del comercio internacional –un poco menos de la mitad de todo lo que se compra y se vende–, por lo que es importantísimo ser anfitriones –una vez más– de este encuentro.
Llegar a integrarlo no es fácil, es un club, sólo somos tres los países latinoamericanos miembros (México, Chile y Perú). Esto se logró luego de contar con el apoyo del gobierno de Japón, tras el éxito de la operación Chavín de Huántar, tal como en alguna ocasión lo contó en sus redes sociales el expresidente Fujimori.
Otros países han querido integrar este foro pero no les ha sido posible, así que es una plataforma comercial privilegiada. No obstante, para sacar todo el provecho es necesario articular distintas políticas: educativa, de producción y de comercio, viabilizando así lo que queremos llegar a ser en materia económica. Para ello, debemos tener en cuenta no sólo nuestras ventajas comparativas, sino también las tendencias mundiales, que nos permiten priorizar políticas de mediano y largo plazo.
Allí está el meollo de la cuestión. La política comercial es empujada sólo por los gremios empresariales y exportamos lo que hoy podemos. Asimismo, la política de producción está desarticulada debido a la alta informalidad y a una errónea concepción de la libertad de empresa, que confunde la no intervención en el mercado con no disponer incentivos para sumar valor agregado y especializarnos en ciertos rubros. Finalmente, la más olvidada y determinante es la educativa. Sin mayores capacidades en nuestro capital humano, seguiremos en el rebusque.
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