“Todos estos hechos y las revelaciones de Jorge Barata abonan en ese clima de indignación general, que seguramente optará por alguien bueno por conocer en lugar de un malo conocido”.
Rolando Vilca Begazo
El ambiente político del país, sacudido por la desaparición de Alan García y las recientes declaraciones del exdirectivo de Odebrecht Jorge Barata, en opinión del analista político José Carlos Requena, podría conducir a dejar de lado la predilección del electorado nacional por el “mal menor”.
¿Qué efecto tendrá el suicidio de Alan García en el escenario político del país?
El principal efecto será en el partido aprista. Se evidenciarán las debilidades o las fortalezas que existen sin la presencia de García.
¿Crees que esto obligue a reestructurar el partido aprista y a fomentar un recambio generacional?
Por un lado, implica ser consciente de los limites etarios del partido en la actualidad. Las personas que asistieron al funeral [de García] eran de una edad mayor, la presencia de cuadros jóvenes era muy limitada. En ese escenario, habrá que ver quiénes son los que manejan la nueva versión [del partido]: si los sesentones o los de edad intermedia, que es donde está el principal vacío.
La población está más predispuesta a tolerar algunos excesos que se puedan dar en la lucha anticorrupción porque hay un ánimo de tierra arrasada que se comparte por los estropicios que causaron muchos políticos en los últimos años.
Algunos analistas recuerdan que con la muerte de Víctor Raúl Haya de la Torre se creó dos facciones al interior del Apra, uno de izquierda y otro muy cercano a la derecha. Ahora, ¿con la desaparición de García podría ocurrir algo similar?
No lo creo. A lo mucho veremos algunos personalismos, pero en términos ideológicos seguirán en lo mismo. Pero sí tendrán que limarse las asperezas y el distanciamiento entre Jorge del Castillo y Mauricio Mulder, que se observó en torno a la vacancia presidencial de Pedro Pablo Kuczynski. También se tendrá que ver quién se hace cargo de esta transición ante la ausencia de un líder tan definido en un partido tan personalista como tradicionalmente fue el Apra.
¿La vigencia de Mauricio Mulder, Jorge del Castillo y Javier Velásquez se mantendrá o tendrán que dar un paso al costado?
Jugarán un rol importante, pero más como bisagra que como otra cosa. Fuera del partido tendrán que superar las acusaciones judiciales de diversa naturaleza que tiene la mayoría de ellos. Esa imagen del Apra, como un partido con muchos casos relacionados con actos de corrupción, es algo que también tendrá que renovarse.
¿Sería muy exagerado afirmar que Alan García los llevará a su desaparición política?
Por lo menos en términos legales, ninguno de los cinco congresistas actuales podrá ser reelegido. Habrá que ver si alguien de la vieja guardia regresa o, por el contrario, irrumpe un nuevo rostro renovador.
El tiempo del mal menor puede estar llegando a su fin, dando paso a algo más audaz, por lo menos en cuanto a las expectativas de la gente.
La última vez que hubo un matiz renovador fue en el 2010, cuando la facción conocida como Los Cuarentones tuvo algún rol, pero rápidamente se desgastó y ahora solo es un recuerdo.
Con la muerte de García, la detención de Kuczynski y la orden de captura de Toledo, ¿hasta dónde puede llegar el efecto de la corrupción en la clase política del país?
La población está más predispuesta a tolerar algunos excesos que se puedan dar en la lucha anticorrupción porque hay un ánimo de tierra arrasada que se comparte por los estropicios que causaron muchos políticos en los últimos años.
Todos estos hechos y las revelaciones de Jorge Barata abonan en ese clima de indignación general, que seguramente optará por alguien bueno por conocer en lugar de un malo conocido. El tiempo del mal menor puede estar llegando a su fin, dando paso a algo más audaz, por lo menos en cuanto a las expectativas de la gente.
Es decir, ¿podríamos inclinarnos hacia una propuesta política más radical y extrema?
Más que radical y extrema, diría, más dispuesta a apostar. Menos conservador en el sentido de pisar sobre seguro, que fue lo que caracterizó al país en la primera mitad de estos casi veinte años de este milenio. El electorado apostó por el mal menor y en las dos últimas elecciones, por el anti, por una identidad política negativa. Aunque la identidad política negativa tiene un peso importante [en el país], quizá se abre un espacio hacia la aventura política, como significó en su momento Alberto Fujimori.
Aunque la identidad política negativa tiene un peso importante [en el país], quizá se abre un espacio hacia la aventura política, como significó en su momento Alberto Fujimori.
¿Otro outsider o un antisistema?
No sé si antisistema o simplemente alguien totalmente ajeno al elenco político estable que tenemos hasta ahora.
La otra versión de Humala, alguien como Antauro, su hermano, que todavía está recluido en la cárcel, ¿puede ser una alternativa?
Ese discurso puede calar en un sector importante de la población, pero, a su vez, causa mucho miedo en aquella gente que no está dispuesta a soportar a alguien así. Allí quizá la audacia se limita a cómo tiene que ser esta persona, quizá con el discurso de Antauro, pero no el mismo Antauro, por todas las cosas que mostró en estos años.
La teoría de los adversarios de García señala que con el involucramiento de Nava es suficiente para implicar a García, pero sus defensores dicen que Nava tendrá que explicar.
¿Las recientes declaraciones de Jorge Barata confirman que todos los partidos políticos importantes de los últimos años estuvieron relacionados con Odebrecht a cambio de favores económicos?
Eran sobornos, [Odebrecht] buscaba seguir trabajando con tranquilidad o seguir ganando obras [por licitación]. Era la política supeditada a la corrupción.
Aunque en el caso de los aportes económicos de Odebrecht a los partidos, algunos líderes políticos insisten en que no están penados en la legislación peruana.
Sí, es un debate que está todavía abierto. Hay que distinguir los aportes de campaña de los sobornos para que una obra se dé o tenga una adenda. No hay que perder de vista eso. Por lo que el caso de Keiko Fujimori es distinto al de Alejandro Toledo o al de cualquier otra persona que haya estado en el poder. Incluso en el caso de Kuczynski, la investigación está abierta y es algo distinto a lo de Toledo o lo de Luis Nava.
Aunque tampoco se puede descartar que esos aportes de campaña buscaban estrechar lazos entre Odebrecht y el nuevo Gobierno.
Efectivamente, podemos saberlo en el caso de aquellos [candidatos] que fueron gobierno y que tienen una investigación pendiente. Aunque el grueso del dinero mal habido viene en los sobornos por obras más que en las campañas.
¿La confirmación de que Luis Nava sí participó en los casos de soborno cuando era secretario general de Palacio de Gobierno en la gestión de Alan García puede evidenciar la participación del propio expresidente aprista?
Eso debe esclarecerse bien. La teoría de los adversarios de García señala que con el involucramiento de Nava es suficiente para implicar a García, pero sus defensores dicen que Nava tendrá que explicar. Lo concreto es que Nava sabía y recibía, y actuaba con gran destreza en estos ámbitos. Lo que falta confirmar es si actuaba con el consentimiento y para beneficio de García. Eso se sabrá, esperemos, en los siguientes meses o semanas.
Barata ha dicho que Nava era el Maiman del expresidente García y que con él se abrían las puertas de Palacio de Gobierno.
Eso puede evidenciar que la relación era muy estrecha. Además, si la mayoría de los cinco años que gobernó García en su segundo periodo Nava era secretario general de Palacio de Gobierno, se puede advertir que era una persona de gran influencia. También está el hecho de que Barata le decía Chalán a Luis Nava porque dominaba al caballo y todos sabemos que a Alan García se le llamaba Caballo Loco en su primer Gobierno. Todas esas cosas abonan en la hipótesis de que efectivamente García estaba involucrado, pero no se puede concluir al cien por ciento.
Discusión sobre el post