Juan Pablo Olivares
Es sábado, fin de semana y Renato Huarcaya (8), está en la sala de su casa. Hay ajetreo porque el pequeño se alista para ir a su entrenamiento. Empieza a jugar con la pelota, la patea contra la pared, corre de un lado a otro con habilidad y rapidez, realiza algunas volteretas.
Roger Huarcaya (su padre), lo contempla y sonríe con un gesto de placer y amor. Dice que es complicado explicar la pasión de su hijo por el deporte, en especial por el fútbol.
Renato mide 1.14 m y es una de miles de personas con talla baja alrededor del mundo, una condición genética que afecta el crecimiento de los huesos y limita el crecimiento a un promedio de 1.40 metros.
Pero a Renato, no lo define esta condición, lo define su personalidad, habilidad y pasión por el deporte. Como muchos niños, sueña con ser futbolista, como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo. Entrena en la escuela Cruz Azul y juega de delantero, pero si el entrenador decide ponerlo de defensa o de arquero, dice no tener ningún problema. Es un jugador polifuncional.
“Me gusta el fútbol. Soy hincha del Manchester United y de Alianza Lima. Desde que nací me gusta jugar con el balón, veo mucho fútbol, aunque todavía me falta aprender qué es el fuera de juego y también me gusta el vóley y el atletismo”, dice.
Hoy en día, el deporte en la vida de Renato, es una prioridad para sus padres, por lo que siempre lo apoyan y buscan inscribirlo en diferentes actividades. Son conscientes que el ejercicio ayuda a la buena salud y a tener un mejor estado físico y emocional.
“Nosotros tratamos de que Renato haga su vida normal. Él quiere demostrar a todos que puede hacer muchas cosas. Nos sentimos orgullosos de las capacidades de nuestro hijo y con alegría lo llevamos a los entrenamientos, y sus compañeros lo buscan para tomarse fotos”, relata su padre.
Renato Huarcaya, es de estatura pequeña, pero tiene un corazón que late a mil por hora cada vez que patea un balón. A su corta edad, ha ganado varias medallas y logró jugar en varios campeonatos; sin embargo, también ha sufrido la discriminación de sus compañeros.
“A los 5 años le hicieron bullying. Sus compañeros lo molestaban, pero le enseñamos a que se defienda y que no abusen de él. Ahora tiene una gran personalidad y la autoestima muy alta”, asegura su padre.
El fútbol para Renato y su familia, es un espejo y el puntapié inicial de respeto y oportunidades para las personas de talla baja; también para que los muchos niños y jóvenes se den cuenta que nada es inalcanzable.
Renato, es una muestra clara de que la grandeza de una persona no se mide por el tamaño, sino por la perseverancia y pasión que le pone a las cosas que realiza. Renato, siempre sonríe y esta vez, el sueño de convertirse en un futbolista y jugar por la selección nacional, le genera una sonrisa.
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