Juan Pablo Olivares
A Edgardo Torres Corrales, le gustaba el fútbol. En su primera adolescencia, soñaba con ser futbolista y jugar de defensa o arquero; pero a los 14 años de edad, tuvo que elegir un deporte y optó por el balonmano, aunque su decisión generó cierta incomodidad.
Se sentía señalado y menospreciado por sus compañeros al elegir un deporte poco popular y con un futuro incierto, hasta que el entrenador José Gamero lo invitó a ser parte del equipo de balonmano del colegio La Salle.
Decisión acertada
Torres aceptó sin expectativas, pues nunca había tomado una pelota entre las manos. Sin embargo, le fue muy bien, comenzó a quemar etapas tan rápido que llegó a participar en torneos locales y nacionales, representando a su colegio, después fue convocado a la selección peruana.
Con la bicolor, jugó en el campeonato sudamericano de la categoría cadetes en 2016 y el torneo Trophy Intercontinental en junior. ¿Pasión por el balonmano? Pues es lo único que se me ocurre cuando escucho a Edgardo hablar de este deporte y sus logros.
El joven deportista, juega en el puesto de arquero, defendió la camiseta de su colegio durante su etapa escolar y ahora lo hace por el club de la misma institución educativa, y aunque confiesa que le costó aprender y adaptarse a las reglas del balonmano, junto a sus compañeros, se consideran pioneros de este deporte.
“El balonmano es mi pasión, si me piden volver a elegir un deporte, el balonmano sería el indicado. Muchos amigos aún me preguntan por qué escogí esta disciplina y no el fútbol”, comenta.

Sueño profesional
Son pocas las personas que logran dedicarse a sus verdaderas pasiones, los deportistas sin duda, son de los pocos afortunados. Torres, a pesar de haber vivido —hasta ahora— las experiencias más importantes en su corta carrera deportiva, sueña con más logros.
Uno de ellos es estar presente en los próximos Juegos Panamericanos 2023 en Santiago, Chile y, además, convertirse en el primer jugador peruano de balonmano en ser parte de un equipo profesional de Europa.
Para ello, ha pensado enviar su currículo y algunos de sus mejores videos a varios equipos de España. “En realidad, es como ir a probar suerte, sólo quiero que algún club me acepte para pasar las pruebas y quedarme”, dice con una alta dosis de confianza.
Esta decisión pasa porque le apasiona el balonmano y porque quiere sacarse esa espina de poder jugar en un alto nivel en Europa, y así demostrar que elegir este deporte fue la mejor decisión. “Es el sueño que quiero cumplir junto a un grupo de amigos. Quiero ser profesional del balonmano”, afirma.

Deporte y estudio
Toda esa aventura, será posible en verano de 2024, cuando haya terminado su carrera universitaria de Ingeniería Industrial en la Universidad Católica San Pablo, sólo así, confiesa que podría aventurarse en el extranjero, específicamente en España o Francia, países que son potencia en el balonmano.
Ahora se concentra en sus estudios universitarios, mantenerse en un buen estado físico y mejorar gestos técnicos. Además, aspira a aprender más de la portería, y sobre todo, corregir los errores que ha cometido en cada gol. Para ello, recurre a los videos y a su intuición.
“Durante la pandemia, no tuve actividad deportiva. No había ningún campeonato para mantenerme en un buen nivel, es por eso que ahora, es como volver a empezar de cero”, relata.
El futuro de Edgardo en el balonmano, parece depender de la oportunidad que le den o no en Europa. Mientras llega esa posibilidad, el joven universitario continúa entrenando tres veces a la semana durante dos horas y cursa el último año de estudios en la San Pablo.
Eso sí, advierte que, si no se cumplen sus planes en el balonmano, este deporte pasaría a un plano secundario. Quizás también se dedique a ser entrenador, un oficio que ya lo ejerció en algún momento, o decida continuar con sus estudios en el extranjero.
Lo cierto es que, no se quedará de brazos cruzados, el joven nacido en México quiere convertirse en un gran profesional, ya sea en el deporte o en lo académico.
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