Fue referente del equipo campeón de la Copa Perú de 1971
Juan Pablo Olivares
Cada vez que se le pregunta sobre su trayectoria como futbolista, el médico Armando Palacios Escalante (79), aquel back central y excapitán del FBC Melgar campeón de la Copa Perú en 1971, dice que nunca fue un apasionado, que sufrió mucho y que no se siente orgulloso de haber sido futbolista.
No le tiene odio al fútbol, pero sí le queda un resentimiento, sobre todo con la gente que lo insultaba cuando salía a jugar fuera de Arequipa. Aunque ‘El Capitán’, fue figura del FBC Melgar, vistió la camiseta de Universitario de Deportes e integró la selección peruana, lo calificaron muy mal solo por ser arequipeño.
Fama y popularidad
A Palacios le gustó la fama que tuvo aquellos años. La gente lo admiraba, aparecía todos los días en los periódicos y su ego fue creciendo. Se sentía cada vez más grande. Empezó a tener cariño por el FBC Melgar por lo que le daba. “Melgar ya representaba a Arequipa y por eso nos odiaban. Donde jugábamos nos trataban muy mal y eso me afectó al punto de deprimirme”, confiesa.
En su etapa como jugador le operaron tres veces de la rodilla. Sufre de condritis y artrosis y la lesión le obligó a retirarse de las canchas en 1976 para dedicarse a la medicina, su verdadera pasión.
“Pocas cosas han evolucionado tanto como la medicina deportiva. Los futbolistas de ahora, cuando se retiren, sufrirán pocas secuelas de las lesiones que padecieron”, describe Palacios, uno de los pocos profesionales que estuvo en ambos lados, diagnosticando una lesión y sufriéndola.
Fútbol vs. medicina
Palacios fue más feliz ejerciendo su profesión médica. A pesar de que el deporte rey le gustaba y empezaba a destacar, se dio cuenta que con el fútbol no llegaría lejos ni a tener un buen futuro.
En cambio, estaba convencido que con la medicina crecería y tendría más dinero. “Mi familia y la gente me decían que estudie, que no iba a pasar de ser un simple jugador. Además, no había aliciente”, cuenta.
Su vida transcurrió muy de prisa y sin tiempo para nada. Para entrenar se levantaba todos los días a las cinco de la mañana, se desplazaba desde su barrio en el Puente Fierro hasta el estadio Melgar, luego iba a sus estudios de medicina.
Los fines de semana cuando jugaba el FBC Melgar, estudiaba en la concentración mientras sus compañeros se relajaban. Palacios se encerraba en su habitación a repasar lo aprendido en clase. Así fue durante más de seis años.
“Fue muy sacrificado jugar y estudiar a la vez. En la universidad no siempre estaban de acuerdo que estudie y juegue fútbol. Muchos no creían que podía ser un gran médico y futbolista a la vez”, narra.
Pasión por la medicina
Armando Palacios Escalante, es médico cirujano, trabajó en el Seguro Social y en la ciudad de Lima lo hizo en el Hospital Nacional Edgardo Rebagliati, en el área de traumatología. Fue en la capital de la república donde se especializó en rehabilitación física y atendió a pacientes discapacitados.
Cuenta que, al inicio, la rehabilitación física no le parecía tan emocionante como la cirugía; sin embargo, con el tiempo le tomó cariño y tanto que, junto a unos colegas crearon el primer Centro de Rehabilitación Física en el nosocomio limeño.
Ya en Arequipa, trabajó en el Centro Especializado de Rehabilitación Profesional (CERP), un pequeño hospital donde se atiende a personas con discapacidad. Palacios no solo fue el médico rehabilitador principal, también fue director del CERP por varios años y donde se jubiló en 2005. Ahora atiende de manera particular en su consultorio ubicado en el centro de la ciudad.
En busca de la familia
A sus 79 años de edad, confiesa que no ve fútbol ni va a los estadios y al final de la entrevista, reconoce que en su vida personal no le fue tan bien como en el fútbol o la medicina.
El exdefensa vive solo. Tiene dos hijos, pero ambos viven en el extranjero. “El mayor es sacerdote y el segundo ingeniero de sistemas. Mi primera esposa falleció y me separé de mi segundo compromiso. Ahora vivo solo con la señora que me atiende”, cuenta.
Palacios extraña a su familia. Dice que por su fuerte carácter y comportamiento se quedó solo. Hoy intenta cambiar y conseguir quizás el logro más importante de su vida: recuperar a su familia.
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