La palabra reliquia deriva del latín ‘reliquiae’, que quiere decir “parte del cuerpo de un santo, o lo que por haberle tocado es digno de veneración”. El culto a las reliquias, aunque no sea exclusivo de la religión cristiana, encuentra en ésta su máxima expresión. Por medio de él se recuerda a hombres y mujeres de todos los tiempos que han testimoniado, de modo especial, su amor a Cristo y su fidelidad a la fe.
Legado histórico
Esta tradición data de la época de las persecuciones, en donde los cristianos veneraban las tumbas de los mártires que les precedieron, celebrando su memoria y tratando con mucho respeto sus restos. Cuando terminaron las persecuciones, empezó a difundirse el respeto por las reliquias de los santos y también empezó a promoverse la búsqueda de todo objeto relacionado con ellos.
Con el pasar del tiempo, la difusión de las reliquias se hizo casi general. Por desgracia no faltaron los engaños y fraudes de aquellos que hacían pasar por vestigios cualquier objeto común que ni siquiera estaba vinculado a la vida de algún santo o mártir.
Por ello y para evitar los abusos, en el Concilio de Trento se estableció lo siguiente: “Los santos que reinan juntamente con Cristo, ruegan a Dios por los hombres, es bueno interceder y útil invocarlos humildemente para que intercedan y alcancemos de Dios los beneficios por Jesucristo su Hijo, quien es nuestro redentor y único salvador”.
Con el transcurrir del tiempo, se han catalogado las reliquias en tres grados: Las reliquias de primer grado, son aquellas que conforman algún fragmento del cuerpo del santo; las de segundo grado, ropas u objetos que el santo utilizaba comúnmente (rosario, cruz, biblia, etc.) aquí se incluyen también los objetos de sufrimiento; y las reliquias de tercer grado, que son los aposentos o tumbas.
Reliquias en Arequipa
En nuestra ciudad, encontramos diferentes templos y conventos que custodian reliquias de primer grado de santos y mártires reconocidos por la Iglesia. El Monasterio de Santa Catalina, por ejemplo, alberga las reliquias de Sor Ana de los Ángeles. En el Convento de Santo Domingo encontramos extremidades (huesos) de Santo Domingo de Guzmán, San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, la beata Sor Ana de los Ángeles y de muchos otros santos dominicos.
En el Convento de Santa Teresa, se hallan vestigios de la misma santa; en el Convento de La Recoleta se aprecian pequeñas vasijas que contienen órganos como lenguas, dedos, uñas y demás, de santos de los que se ha perdido el registro. Las monjas del Verbo Encarnado custodian restos de San Juan Pablo II, San Juan de la Cruz, San José Moscati y más de cien reliquias de primer grado. Cabe resaltar, que muchas de estas reliquias no son expuestas sino en ocasiones especiales, como fiestas patronales y devociones o peregrinaciones en iglesias.
Errores que se deben evitar
Las reliquias no tienen poder por sí mismas; creer en ello sería magia y superstición. La atención en venerarlas radica en la virtud del santo. Por otro lado, la Iglesia ha manifestado que no se debe exagerar en la veneración de las mismas, puesto que no son parte central de la fe, tampoco se debe despreciarlas o traficar con ellas.
A lo largo de muchos siglos, se fue desarrollando y completando la doctrina católica sobre el uso y correcta veneración de las reliquias de los santos, gracias a ellas se
puede evocar más fácilmente su condición hu-mana; su vida es una muestra de todo lo que han pensado, rezado, sufrido y experimentado, gente real que ha vivido estás luchas en la tierra y que posterior a ello alcanzó la vida eterna.
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