Por: Javier Gutiérrez Fernández–Cuervo
Ya estamos llegando a la mitad del año y pronto se acaba. Ya sólo nos quedan seis meses del Jubileo de la Misericordia, y posiblemente aún no nos hemos preguntado: ‘¿Qué son los Jubileos?’ Quizás si supiéramos que están relacionados a la justicia social nos interesarían un poco más. O si conociéramos su origen. Y si entendiéramos que este año podemos llevar más almas al cielo que nunca, incluso a lo mejor nos sorprenderíamos.
El Antiguo Testamento
La primera referencia a los jubileos la encontramos en el Antiguo Testamento. El Jubileo no lo inventaron los hombres. Dios, que sabía de la avaricia en el corazón de su Pueblo Elegido, lo creó para que en cada generación se restableciera la justicia. Cada 50 años, se tocaba el “jobel”, el cuerno jubilar: los esclavos eran liberados, las deudas perdonadas, las tierras dejaban de ser trabajadas y las posesiones compradas eran devueltas a sus dueños o a sus sucesores. Sí, muy diferente a nuestro pensamiento actual. En el antiguo pueblo judío las compras no eran para siempre, y devolver los bienes comprados y perdonar las deudas era llamado “reestablecer la justicia”.
Jubileos cristianos
El Cristianismo, sin embargo, no tenía Jubileos. Ciertamente, si una máxima para tu vida es ‘ama a tu enemigo’, no necesitas esperar 50 años para restablecer la justicia. El Catolicismo no celebró ningún Jubileo sino hasta el 1300. Se iniciaron con Bonifacio VIII, primero cada 100 años, luego cada 50, después cada 33 y, actualmente, cada 25.
Pero los Años Jubilares en el Cristianismo tienen un carácter especial: la indulgencia. La justicia en su sentido más pleno es el perdón de Dios. Sin exigencias, sin pedir nada a cambio, cada 25 años podemos acceder a una indulgencia gratuita por medio de las Puertas Santas.
Los requisitos son simples: estar bautizado, confesarse y repudiar los pecados, pasar por la Puerta Santa, escuchar Misa y comulgar, rezar por las intenciones del Papa, profesar el Credo y, en este año extraordinario, meditar brevemente sobre la Misericordia de Dios.
Este año
Actualmente la Iglesia está celebrando el Jubileo de la Misericordia. Se trata de un Año Jubilar extraordinario —el más cercano toca en 2025— convocado por el Papa Francisco en su bula ‘Misericordiae Vultus’. En esta ocasión se ha realizado por ser el 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, y así las gracias que se ofrecen ahora adquieren un matiz especial al ser un Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
¿Qué mayor misericordia que la de otorgar la plena purificación de las almas? Así es la justicia divina: una infinita fuente de dones y gracias sin medida. En este año tenemos la posibilidad de adquirir una indulgencia cada día, para nosotros mismos o para cualquier persona viva o difunta. Las almas del purgatorio están expectantes. Con tan pequeños requisitos, aún tenemos seis meses para llevar al cielo a tan gran cantidad de personas que se nos hace incalculable. Sin duda, todas esas indulgencias se nos reputarán como justicia. Porque la justicia gratuita de Dios es como la lluvia, que no regresa al cielo sin antes haber empapado la tierra.
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