Geraldine Canasas Gutiérrez
Del pisco se dice que es la bebida estrella de los peruanos; vuelve más alegre todo tipo de fiestas, también ceremonias e incluso su calor reconforta a las almas más tristes y agobiadas en los funerales.
Por eso, frente a la disputa generada en el Concurso Mundial de Bruselas, realizado este año en Chile, y el impedimento de participar en el mismo con la denominación ‘pisco’ —y más bien hacerlo bajo la denominación de aguardiente o destilado de uva— salen a la luz nuevamente viejas rencillas con el país sureño y también debates inacabables en torno al concepto de nación e identidad peruana.
Afanes comerciales
Para Carlos A. Caballero Medina, crítico y doctorando en Estudios Culturales en la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina, la relación entre pisco y nación no existe. “Lo que hay son intereses económicos y un falso sentimentalismo que, lejos de provocar una verdadera identificación, revela ante estas situaciones las carencias de un país que poco o nada hace por proteger su patrimonio cultural”.
“Lo profundo de este problema no tiene que ver con la identidad, sino con la lucha de hegemonías económicas que están revestidas de una capa de nacionalismo absurdo; porque si uno toca ciertas fibras socialmente sensibles, la reacción masiva es inmediata”, señala Caballero.
El origen
En medio de la polémica provocada por un interés económico, Caballero Medina cuestiona también la pertinencia sobre la pregunta acerca del origen de la bebida: si el pisco es peruano o más bien chileno, y si en verdad es preciso retomar este tema en aras de “defender la identidad nacional”.
“Es un debate rudimentario tratar de meter el término de identidad allí. Es magnificar un asunto que nos indigna no en la misma medida que nos deberían de indignar o conmover otras desigualdades; no se puede reducir la identidad a una bebida alcohólica”, afirma.
“La pregunta por el origen es engañosa, porque cuando se crea la ficción de que algo es propio y absoluto y que cualquier otra adaptación la deslegitima y desautoriza, se reduce drásticamente y eso no es identidad. Además, es bien sabido que muchas bodegas exportaban esta bebida como aguardiente y lo hacen porque no les interesa la identidad; no es su prioridad lo cultural, sino mas bien entrar dentro de la economía chilena que se mueve muy bien a nivel mundial”.
Importante
El Concurso Mundial de Bruselas es una competencia de bebidas alcohólicas, vinos y espirituosos (destilados), que fue creada en 1994 en Bélgica. En esta competencia, se dan cita los mejores y más reconocidos expertos del mundo vitivinícola para premiar al mejor licor con diferentes condecoraciones: Gran Medalla de Oro, Medalla de Oro y Medalla de Plata.
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