Liz Ferrer Rivera
Los pasajeros de todo vehículo que ingresa o sale de la ciudad de Tacna por la vía Costanera Sur, deben tolerar –durante un tramo del viaje– un olor nauseabundo e insoportable que proviene de la planta de tratamiento de aguas residuales, ubicada en el sector de Magollo. Ese mal olor es señal de las deficiencias en el sistema de procesamiento de esas aguas.
Esta realidad también ocurre en el puerto de Ilo, cuya planta está ubicada en el sector de Media Luna, en el distrito de Pacocha, por la carretera Costanera Norte. Ambas infraestructuras fueron construidas en los años noventa y tienen un sistema de tratamiento similar: el almacenamiento en lagunas.
Demanda y capacidad
La Empresa Prestadora de Servicios de Saneamiento de Tacna (EPS Tacna) administra la planta de Magollo. El ingeniero Alberto Franco, jefe de la División de Operaciones de la EPS Tacna, explica que el sistema de tratamiento de Magollo consiste en mantener las aguas almacenadas al aire libre por un periodo suficiente que permita, con ayuda de los rayos del sol, que el oxígeno estabilice la materia orgánica.
La cantidad de oxígeno en cada nivel de la laguna (de dos metros de profundidad) ayuda a la purificación del agua. Franco reconoce que el tratamiento no es 100 % efectivo y se debe a varios motivos. El primero, y principal, es el tiempo de almacenamiento del agua en las lagunas, que debería ser de 15 a 20 días; sin embargo, ello no se cumple por la alta demanda de tratamiento.
La planta de Magollo fue construida para tratar 180 litros de aguas residuales por segundo, para esto cuenta con 12 lagunas (entre primarias y secundarias). En la actualidad procesa 600 l/s, impidiendo que el agua permanezca demasiado tiempo acumulada, esto reduce la calidad de procesamiento.
EL DATO
La nueva planta de tratamiento de aguas residuales de Tacna se construirá dentro de las 360 hectáreas que tiene la EPS Tacna, en Magollo. La actual planta, que también se encuentra en esta zona, será cerrada.
Nuevas plantas
El agua tratada en Magollo se destina al riego de plantaciones de tara y tunales para la producción de cochinilla. Franco sostiene que, a pesar de las deficiencias que existen en el tratamiento, la EPS no ha recibido ninguna sanción. Ello se debe a que el Gobierno nacional le dio plazo hasta el año 2026 para que adecue sus instalaciones, a fin de brindar un mejor servicio.
En ese camino, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento tiene en sus manos la construcción de una nueva planta para Tacna. El proyecto se encuentra en licitación y tendrá una inversión de S/ 350 millones, de los cuales S/ 100 millones se usarán en la renovación de redes de alcantarillado.
La nueva planta tacneña tendrá una capacidad de procesamiento de 907 l/s y usará una tecnología distinta y más moderna a la de Magollo. La construcción, en el mejor de los casos, puede tardar dos años.
En Ilo, el asunto tiene mayor avance, la nueva planta es construida por la empresa minera Southern Perú (en convenio con la EPS Ilo y la Municipalidad Provincial de Ilo). La obra, hasta inicios de abril de este año, tenía un avance de ejecución física de 55 % y su inversión era más de S/ 105 millones.

No es suficiente
Ysabel Díaz Valencia, bióloga y profesora de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica San Pablo, sostiene que los problemas de los malos olores en las plantas pueden solucionarse si a los tratamientos convencionales de las lagunas se suman otros procesos, como el uso de consorcio de microorganismos.
Esos microorganismos (de venta en el mercado nacional e internacional) aceleran la descomposición natural de los compuestos orgánicos y producen sustancias bioactivas que eliminan los microorganismos que promueven la putrefacción y la producción de gases nocivos, los mismos que no solo contaminan el agua, sino que producen malos olores.
“Esos malos olores provienen de gases como el sulfuro y el metano y no solo son dañinos para la salud humana, sino también para el medio ambiente. Esos gases son los causantes del efecto invernadero (acumulación de gases y aumento de las temperaturas)”, detalla la profesional.
Sobre la construcción de las nuevas plantas de tratamiento para Ilo y Tacna, las reconoce como acciones positivas, pero aclara que no son la solución completa al problema. El tratamiento de aguas residuales también requiere de la educación de la población.
Como ejemplo señala que, en países como Suiza, las industrias están obligadas a tratar sus aguas residuales antes de que estas sean enviadas al sistema general de residuos. De esta forma, no es necesaria la aplicación de sistemas complejos de tratamiento.
También es importante que la formalidad sea la regla y no la excepción en el país. Si la mayoría de negocios trabajan bajo la informalidad, será imposible hacerlos responsables de sus aguas residuales. Además, la ciudadanía aún suele preferir productos baratos que no cumplen con los estándares ambientales.
“La educación ambiental es fundamental en todos los niveles, niños, jóvenes, universitarios, empresarios. Todos deben estar comprometidos. Debe existir una responsabilidad ambiental en cada compra que hacemos y en el consumo del agua”, concluyó la investigadora.
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