Deysi Pari
En Arequipa, más de 164 mil hogares se encuentran en inseguridad alimentaria, según la evaluación realizada por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) en 2023. Esto quiere decir que los integrantes de estas familias no tienen la suficiente ingesta de alimentos, debido a que no poseen ingresos económicos adecuados.
Estos hogares, en su mayoría, buscan alternativas como los comedores populares o las ollas comunes para suplir esta deficiencia. En la olla común San Pablo, del sector de Pioneros, ubicada en la parte alta del distrito de Cayma, el menú tiene el costo casi simbólico de 3 soles, consta de sopa, segundo y refresco. Se hace para ayudar a las familias de menos recursos económicos.
No obstante, el decano del Colegio de Economistas, Alejandro Chávez, señala que hoy en día el costo de un menú en Arequipa está a partir de los 10 soles e incluso 12 soles, de acuerdo al lugar y la composición del menú. Quienes lo consumen son mayormente trabajadores y comensales esporádicos.

Preparan más de 100 platos
Gregoria Quispe, fundadora de la olla común San Pablo de Cayma, relató a Encuentro que este espacio nació durante la pandemia del coronavirus, precisamente para ayudar a las personas que no podían cubrir su alimentación. En ese entonces, preparaban 400 platos, hoy en día cocinan alrededor de 130 platos y hay días en que llegan a 160 y 180.
En promedio, la mitad de lo que preparan se entrega gratis a los comensales, se trata de 20 adultos mayores de escasos recursos económicos. A ellos les brindan dos platos para garantizar su almuerzo y cena.
Por otro lado, están las familias numerosas. Por ejemplo, si son 8 integrantes sólo pagan el valor de 4 platos. Mientras que las cocineras también llevan el menú para sus familias a cambio de su trabajo.
El día que visitamos esta olla común, tres mujeres trabajaban en la preparación del caldo de verdura con chaquepa y revuelto de vainitas. No había presa de alguna carne, es dificil incluir esta proteína, comentó Gregoria Quispe. El presupuesto con el que cuentan es limitado y a diario deben hacer “malabares” para ofrecer un almuerzo a las familias.
La pandemia marcó un antes y un después
El decano del Colegio de Economistas, Alejandro Chávez, señaló que con bajos ingresos es muy díficil diversificar el menú, porque los insumos han subido de precio año tras año.
Recordó que antes de la pandemia, el costo del menú era de unos 8 soles, luego, a partir de 2022, todo se encareció. En ese año, la inflación fue un problema global y en Perú se ubicó en 8.46 %, de tal forma que fue la más alta en 26 años. “Fue un doble golpe porque las personas perdieron su poder adquisitivo y encima con precios más altos”, dijo el decano.
Chávez sostiene que aunque ahora la inflación está controlada, no significa que el país se encuentre bien. Sólo se ha registrado una recuperación, pero las expectativas son muy bajas, por lo que la inseguridad alimentaria sigue siendo un problema latente.

Apoyo que resulta escaso
Mientras tanto, en la olla común el sustento es complejo. Gregoria Quispe manifestó que a diario se recauda entre 60 a 70 soles por el costo simbólico del menú, pero lo que gastan está alrededor de 450 soles a la semana.
Con lo recaudado se compra lo primordial que es la verdura, hueso de manzana (una suerte de hueso con carne), menudencia y se financia parte del gas doméstico.
La olla recibe como apoyo 4 bonos para el gas mediante el programa Fise de Mankachay. Esto equivale a 4 balones de gas. Sin embargo, al mes usan 9 balones.
El año pasado recibían seis productos mediante el programa Qali Warma, que estaba administrado por las municipalidades distritales, pero este año la modalidad cambió. Las ollas comunes pasaron a formar parte del Programa de Complementación Alimentaria de la Municipalidad Provincial de Arequipa y la cantidad de productos que les entregarán será menor. Ya no les darán azúcar, avena ni fideo.
También se destinó un presupuesto para las ollas comunes. Gregoria sostiene que a diario les asignarán un promedio de 8 soles por los más de 100 platos que preparan. La dirigente considera que este monto “no es nada”. Además, no pueden comprar arroz ni gas con este dinero. “De alguna manera, compraremos algo de carne y veremos la forma”, dice la dirigente.
Los precios que constantemente suben, a veces hacen retroceder a las cocineras, pero luego se preguntan quién alimentará a las personas que confían en la olla común. Entonces, deciden seguir adelante.
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