En la década de los 60, Walter Mischell, Psicólogo de la Universidad de Standford realizó un experimento llamado “La Prueba del Marshmallow¨. Esta fue aplicada en niños de 4 años y consistía en dejar a un niño dentro de una habitación con un marshmallow frente a él, esperando que pueda resistir el impulso de comerlo por la satisfacción de recibir dos dulces al final.
Este experimento —además de investigar la capacidad de resistir al impulso—, también analiza la fortaleza del carácter para resistirse a la gratificación. Lo interesante fue que se hizo el seguimiento a los niños años después, evidenciando que los resultados académicos de aquellos que no pudieron dominar sus impulsos eran deficientes y que a nivel emocional, eran inestables, con baja autoestima y proclives a pelearse.
En cambio los que fueron más pacientes y pudieron esperar, presentaban resultados sobresalientes, mayor autoestima, eran más sociables, manteniendo buenas relaciones con los demás y siendo disciplinados en alcanzar sus objetivos. Este experimento nos permite evidenciar que el autocontrol, referido a la capacidad de controlar impulsos, emociones, sentimientos y deseos con el fin de obtener un beneficio mayor a futuro, es una habilidad de la Inteligencia Emocional, correctamente descrita por el Ps. Daniel Goleman (1995).
¿Por qué es importante el Autodominio? El tener autocontrol es muy necesario para reflexionar sobre las decisiones que vamos a tomar, como por ejemplo elegir una pareja, una carrera, un trabajo u otra decisión importante en nuestra vida. Además es una virtud necesaria de desarrollar para las buenas relaciones interpersonales, no olvidemos que la calidad de nuestras vidas tiene mucho que ver con la calidad de nuestras relaciones.
¿Cómo lograr el dominio de uno mismo? El autodominio requiere de un alto grado de autoconocimiento y madurez emocional, ya que al conocerte puedes predecir algunas de tus conductas frente a determinadas situaciones y puedes controlar impulsos; es necesario que podamos cultivar una vida interior, la cual nos dará la prudencia (virtud cardinal) para conectarnos con nuestro mundo emocional, y realizar una reflexión profunda, para tomar decisiones efectivas de acuerdo a nuestros principios y valores.
Aristóteles decía: “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”.
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