Juan Pablo Olivares
Cada lunes y desde hace algún tiempo, Luisa madruga muy temprano para ir al Seguro Social y conseguir una cita para operarse de los ojos. Ella tiene 77 años y vive en el pueblo joven Miguel Grau, en el distrito de Paucarpata.
Después de varios intentos y madrugar a las 3 de la mañana y hacer cola por más de cuatro horas en las afueras del hospital Edmundo Escomel de EsSalud, en medio del frío y la oscuridad, alcanzó a una cita en la especialidad de oftalmología para el próximo mes de abril.
Tendrá que esperar más de dos meses y no sabe si hasta entonces su enfermedad empeore. Luisa tiene cataratas y con el paso del tiempo, puede perder la visión. La escucho hablar con una voz afligida debajo del tapaboca que utiliza por temor a contagiarse una vez más del covid-19 u otra enfermedad.
Confiesa que contagiarse del virus chino sería prácticamente fatal, porque ante una emergencia no tiene los recursos económicos suficientes para acudir a una clínica o médico particular. Su pensión de 300 soles mensuales por haber trabajado más de 25 años en el rubro textil, no le alcanza.
“Mis hijos no tienen tiempo para acompañarme. Me siento desprotegida. Ya no tengo fuerzas, también sufro de osteoporosis y me duele la columna. Vivo con resignación, porque no puedo hacer nada”, lamenta Luisa.

Población vulnerable
La situación de Luisa es una de muchas que a diario se observan en los hospitales de la ciudad y del país. La emergencia sanitaria por el covid-19 y la alta demanda de adultos mayores en los sanatorios, evidenció –una vez más– las fallas y deficiencias en el sistema de salud.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en 2024, la población de adultos mayores era de 4 747 803 personas, lo que representa casi el 14 % de la población total del Perú.
De acuerdo al INEI, el porcentaje de adultos mayores que no tienen seguro de salud es menor al 10 %. De otro lado, el 54.2 % de los adultos mayores están afiliados al Sistema Integral de Salud (SIS) y el 30.9 % al Seguro Social de Salud (EsSalud).
Sin embargo, es la población más vulnerable ante un sistema de salud ineficiente que no cuenta con médicos geriatras. No tienen una atención preferencial ni especializada, tampoco un lugar apropiado para la vigilancia de los pacientes.
Además, el número de citas (150 por semana en promedio) no es suficiente para la demanda de esta población. “Si no atendemos oportunamente al adulto mayor, las situación será insostenible. Pasa por un tema de humanidad, nos estamos deshumanizando”, advierte Gustavo Rondón Fudinaga, médico geriatra y director ejecutivo del Hospital Municipal de Arequipa.
En ese sentido, el médico indica que la masiva presencia de adultos mayores en los diferentes hospitales se debe en primer lugar a las enfermedades respiratorias, en segunda instancia a las enfermedades hipertensivas y cardiovasculares y en tercer lugar a las enfermedades neurológicas.

vida.
Marginados y olvidados
Por su parte, Marcio Soto Añari, docente e investigador del Departamento de Psicología de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), sentencia que el sistema de salud en el país es más que deficiente.
Además, sostiene que otra de las especialidades que buscan los adultos mayores en los nosocomios, es la atención en psicología y psiquiatría, porque no ser atendidos les genera un desgaste mental. “La atención al adulto mayor y la salud mental, sigue siendo la última rueda del coche”, lamentó.
De acuerdo con Marcio Soto, de cada 10 pacientes adultos mayores, al menos 3 están con cuadros depresivos. Un promedio de 5, con indicadores de depresión y sólo dos no presentan ningún síntoma.
Esto se debe, según el docente de la UCSP, a que el anciano se convierte en un ser muy vulnerable, un sentimiento que se agudiza en el proceso de jubilación, ya que al entrar en esta etapa de la vida, ingresa en una incertidumbre de sentirse útil o no.
“En este periodo, pierden un propósito en la vida y eso los condiciona muchísimo. Entonces empiezan a tener cuadros de ansiedad y estados depresivos”, explicó.

mejor opción para estas personas.
Sin trabajo y en soledad
Si bien no existe una estadística oficial sobre la población de adultos mayores sin trabajo, el desempleo en estas personas afecta su entorno social y familiar, al verse relegados de las actividades laborales.
Este panorama se debe entre otras cosas, a la poca valoración de la experiencia obtenida a través de los años, algo que va minando la salud mental de los ancianos. Asimismo, la soledad, es otro de los sentimientos que también afecta a esta población y tiene una relación enorme con el estado emocional.
Según Marcio Soto, mientras más solo se sienta o se perciba un adulto mayor, los indicadores de depresión son más latentes y la depresión es la puerta de entrada a muchas patologías, incluidas las patologías cerebrales.
Ante esto, Soto Añari sostiene que es fundamental que esta población asista a clubes del adulto mayor y acuda a programas de estimulación y sociabilización, entre otras actividades.
Además, considera fundamental que la familia entienda que el adulto, como el joven o niño, está en una nueva etapa de la vida y que es un proceso natural, con cambios que no necesariamente son señales de alguna enfermedad.
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