Liz Ferrer Rivera
A 4500 metros sobre el nivel del mar, los obreros del Proyecto Especial Regional Pasto Grande trabajan en la construcción del proyecto hídrico más ambicioso de Moquegua: la separación de aguas de calidad de aquellas que provienen de la zona volcánica y que contienen metales pesados. El éxito de esta obra garantizaría el acceso a un recurso hídrico apto para el consumo agrícola, que permitiría el cultivo para la exportación.
Pasto Grande está a cargo del sistema hidráulico mayor de Moquegua y es una institución adscrita al gobierno regional. La separación de aguas tiene como fin beneficiar a las comisiones de riego de Coalaque y Pampa Dolores, en la provincia general de Sánchez Cerro, y tiene una inversión actual de 43 104 501 soles.
La obra tendrá dos puntos de captación (Coline y Cayeranto), cinco reservorios y una línea de conducción de 25 kilómetros. Franz Flores Flores, ingeniero residente de este proyecto durante el año 2024 y actual gerente de Pasto Grande, explicó que el primer objetivo de la obra es captar el agua del río Salado que nace en las cumbres, a 4500 metros sobre el nivel del mar.
Una vez concluida esta etapa, el agua se derivará, a través de tuberías, por el lado izquierdo de la cuenca, para llevarla hacia los campos de cultivo. La captación tiene como fin que el agua no discurra por el cauce que metros abajo tiene contenido de sulfuro, azufre y otros metales.
A la fecha, la obra registra un avance de 25.71 %. Se culminó la construcción de las dos captaciones y del reservorio de Palcamayo, que tiene una capacidad de 2000 metros cúbicos de almacenamiento. Además, se avanza con los trabajos en los reservorios R2 y R3 y se adquirió la tubería para la línea de conducción.
El proyecto de separación de aguas pretende garantizar el abastecimiento hídrico para las comunidades agrícolas, mejorar la productividad de los cultivos y abrir la posibilidad de contar con productos de exportación. Se estima que 586 agricultores de Coalaque serán beneficiados de forma directa, y alrededor de 2000 de forma indirecta.
La construcción de cada punto de la infraestructura en la zona altoandina es un desafío aparte. Los vientos fuertes, las heladas y bajas temperaturas son obstáculos de la naturaleza con los que tienen que lidiar los obreros. Incluso, el agua utilizada para la construcción debe ser calentada a 10 °C, porque en la zona el recurso hídrico está a 3 °C o menos.
EL DATO
El proyecto de separación de aguas en Moquegua busca garantizar la captación de 450 litros por segundo del recurso destinado al riego, evitando que entre en contacto con zonas volcánicas sulfurosas y con presencia de azufre.

El ande y los metales pesados
Ysabel Díaz Valencia, profesora del Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad Católica San Pablo, detalla que la presencia de metales pesados en los afluentes andinos, por motivos naturales, es una de las principales características del sur del país y representa un problema que afecta tanto a la agricultura como a la población.
“En el sur tenemos una cordillera y el material magmático que sale a la superficie se impregna en las rocas. Cuando llueve, el agua va lijando esas piedras y esas partículas bajan junto al agua, generándose así la contaminación. Por eso encontramos metales como sulfuro y azufre en el recurso hídrico”, sostuvo.
Además, comentó que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó un libro sobre el problema del arsénico en los afluentes de América del Sur, en el que se advierte que Perú es uno de los países más afectados.
La docente también reconoce que el proyecto de Moquegua es único en el sur, pero advierte sobre la necesidad de definir qué ocurrirá con el agua separada que no es captada para riego, y que podría continuar su curso natural por el cauce del Salado, desembocando finalmente en otro afluente más grande como el río Tambo. Al no mezclarse con agua de mejor calidad, ese recurso podría tener una carga aún más fuerte de metales pesados.
IMPORTANTE
La mayoría de los obreros que participa en la ejecución de esta obra provienen de comunidades andinas.
Como especialista en biología ambiental, Díaz destacó que la contaminación del agua por cauces naturales debe ser siempre abordada de forma integral. Una de las posibles soluciones, señaló, es la posibilidad de crear humedales artificiales, ya que en estos sistemas las plantas que crecen actúan como filtros biológicos, atrapando los metales pesados en sus raíces y tallos, reduciendo la carga contaminante del recurso.
No obstante, aclaró que el trabajo de descontaminación tampoco acaba ahí, pues se requiere definir cuál será el destino de esas plantas. Díaz reafirma que cuando se trata de contaminación, no hay una sola respuesta. El medio ambiente y los cambios que sufre por la mano del hombre, requieren de un diagnóstico preciso y de profesionales capacitados para aplicar las nuevas tecnologías.

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