Rolando Vilca Begazo
No cabe duda que en la ciudad de Arequipa existe un déficit de espacios públicos para el uso y recreación de la población. Y esto, repercute además de manera negativa en las condiciones de salud de los mismos arequipeños, debido a las condiciones de permanente estrés en que viven.
Se entiende por espacios públicos a todos los componentes entre parques, jardines, plazas, lozas deportivas, etc., a los que la población puede acceder libremente, aunque en muchos se tenga que pagar para su ingreso, al igual como ocurre en los clubes privados. Si tratamos de cuantificar este déficit, se tiene que de acuerdo al Plan de Desarrollo Metropolitano de Arequipa (PDM), existen solo 421 hectáreas, entre parques, áreas verdes y plazas públicas para atender a 920 mil habitantes de los 21 distritos que conforman el ámbito metropolitano.
Ahora, si simplificamos estas cifras tenemos alrededor de 4.58 metros cuadrados por habitante (m2/hab.), mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una disponibilidad mínima de 8 m2 /hab. Es decir y como reconoce el arquitecto Gustavo Delgado, responsable del equipo técnico que revisó el PDM, “Arequipa carece de lo que se requiere”.
Sin embargo, este indicador (4.58 m2/hab.) podría ser menor aún si tomamos en cuenta que muchos de estos espacios incluidos aquí, están solo en condición de terrenos reservados para uso público y carecen de habilitación. En tanto que en varios de aquellos parques o jardines acondicionados se restringe el acceso de la población, ya sea por el cobro del ingreso o por la atención en determinados días y horarios.
Solución del PDM
Frente a este panorama, ¿qué se puede hacer? El Plan de Desarrollo Metropolitano, aprobado por el Instituto Municipal de Planificación, prevé un agresivo programa de habilitación de espacios recreativos y áreas de forestación, que impactaría sobre 1,350 has.
De acuerdo a Gustavo Delgado, aquí se incluye la habilitación de 899 has. con fines recreativos tanto en terrenos eriazos como en aquellas islas rústicas (campos agrícolas menores a 1.18 has.) y que están rodeadas de urbanizaciones.
En ellos no solo se podría implementar espacios de acceso libre para el público, sino permitir la participación de asociaciones privadas como los colegios profesionales para la construcción de clubes o incluso, permitir la inversión privada directa.
“Si esto funciona, hacia el 2025 que es el horizonte del PDM deberíamos llegar con 8.26 m2/hab. adicional a lo que ya existe en este momento. Pero todo dependerá de las condiciones con que cuenten estos parques o centros de recreación para que cumplan su objetivo”, apuntó.
¿Y el financiamiento?
Estas propuestas, al menos en el papel, funcionan, pero requieren de importantes inversiones de las municipalidades correspondientes o a través de la participación privada, para convertirse en realidad. Y aquí es donde radica el principal problema.
En opinión de la Subgerenta de Gestión Ambiental del municipio provincial, Patricia Bedoya, este tipo de inversiones no se priorizan porque en general, las autoridades municipales no tienen un beneficio económico o político inmediato y “prefieren hacer obras de fierro y cemento”.
En opinión de Gustavo Delgado si bien el municipio provincial no cuenta con recursos para financiar el plan de inversiones que se consigna en el mismo PDM, sí puede gestionar la participación privada vía obras por impuestos o a través de una asociación pública-privada. Incluso, dejó entrever que se puede propiciar el mecanismo de la “plusvalía”, mediante el cual aquellas inmobiliarias interesadas en la construcción de edificios de viviendas en las 140 has. agrícolas identificadas en el PDM, realicen una contribución económica que después podría financiar la creación de centros de esparcimiento público.
Reserva paisajista
En el Plan de Desarrollo Metropolitano, también se contempla la creación de zonas de reserva paisajista cercanas a los ríos Chili, Socabaya y Yarabamba. Aquí si bien no se busca interferir con la actividad agrícola que allí se realiza, de lo que se trata es de propiciar la contemplación del paisaje de parte de la población.
Para ello, a través de alamedas, vías peatonales o algunas plazuelas, se posibilitaría el acceso de manera restringida de los visitantes; lo cual ayudaría además, a revalorar y preservar la identidad cultural de estas localidades.
Diseño adecuado
Otro aspecto que debe analizar y discutirse con la propia población beneficiada es el diseño o concepción de los espacios públicos a implementarse. No se trata de construir solo lozas deportivas en zonas desérticas, sino fundamentalmente de habilitar áreas verdes y con forestación permanente.
Como sostiene Gustavo Delgado, toda zona de recreación debe incluir áreas verdes y de forestación que garanticen su humedad, y más aún en una ciudad con una fuerte radiación solar como Arequipa.
Mayor alarma
Los distritos que tienen un mayor déficit de espacios de recreación pública son el Cercado, Cerro Colorado y Yura. Según Gustavo Delgado, en el caso del Cercado, tiene la ventaja de estar ubicado al costado del río Chili, por lo que allí se puede implementar un proyecto de reserva paisajista.
En cuanto a Cerro Colorado y Yura, llama la atención que pese a contar con terrenos reservados para el uso público, estos se encuentran en situación de abandono o cuentan con algunas lozas deportivas, pero no existen áreas verdes ni arborización.
Parques del Cercado están contaminados
En el Cercado de Arequipa existen 80 parques y “casi todos”, incluyendo el de Selva Alegre, Héroes Navales, Las Condes, entre otros, “están contaminados”, ya sea por el uso de agua de acequia para su regadío o por el mal hábito de determinadas personas que llevan a sus perros para que defequen en ellos, según reconoció la subgerenta de Gestión Ambiental de la comuna provincial, Patricia Bedoya.
Otra limitación para el uso de estos espacios es el déficit de personal tanto para el mantenimiento como para su operación. “Lo ideal es contar con un responsable por cada parque, pero en algunos casos se deben hacer cargo del cuidado de dos o tres de estos locales”, agregó.
Al final, esto origina que varias de estas instalaciones estén cerradas o que las familias no acudan a ellas, por el temor a la contaminación.

agua y las heces de los perros.
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