Juan Pablo Olivares
Yolanda Rodríguez Amésquita vive en el segundo piso de una vivienda ubicada en la urbanización 15 de Enero, en el distrito de Paucarpata. Al ingresar a su domicilio, lo primero que se ve y lo más resaltante son sus innumerables medallas. Casi todas las preseas son de oro y constituyen una prueba fehaciente del talento y los logros obtenidos por esta noble dama de 90 años, en el atletismo.
La historia de Yolanda podría empezar de otra manera si la incluimos dentro de ese reducido 26 % de adultos mayores que realiza alguna actividad física o deporte en el Perú, pero su caso es mucho más destacable.
A diferencia de los 150 minutos por semana que recomienda el Ministerio de Salud para que las personas de la tercera edad hagan alguna actividad física, Yolanda entrena más de 400 minutos a la semana.
Yolita, como cariñosamente la llaman, es la mayor de cinco hermanos. Ella se levanta todos los días a las seis de la mañana y se alista para ir a sus entrenamientos.
Atleta récord
Yolita confiesa que nunca practicó ningún deporte hasta hace dos años, cuando uno de sus yernos la animó a ir al estadio Melgar. Ahí, en la vieja pista atlética del recinto del barrio de IV Centenario, empezó a caminar. A los pocos días formó parte de la Asociación de Atletas Seniors de Arequipa (Adasa).
Gracias a su talento, pero sobre todo a sus ganas y disciplina, incursionó en la marcha atlética. En esta prueba empezó a competir y a colgarse medallas. Luego, se animó a entrenar y competir en pruebas de velocidad. Los 100, 200, 400 y 800 metros fueron sus nuevas pruebas y retos.
Tiene 9 récords nacionales, es campeona sudamericana y en el último Campeonato Nacional de Atletismo Máster de Pista y Campo, desarrollado en Lima, se colgó la medalla de oro en los 200 y 800 metros planos. Y, por si fuera poco, incursionó también en el lanzamiento de jabalina.
Ahora, tiene la mente puesta en el próximo Campeonato Sudamericano a realizarse en 2025 en Chile. “Nunca pensé practicar el atletismo, nunca imaginé ser campeona ni mucho menos ser famosa”, dice.
Humilde y carismática
Para ser la mejor atleta de su categoría, Yolanda muestra humildad. Es el foco de atención de los medios de comunicación, pero la deportista luce apacible y serena. Su sonrisa es amplia y constante. Casi siempre está vestida con ropa deportiva.
Aunque tiene los achaques propios de su edad, Yolanda se vale por sí misma. Practica caligrafía, sumas y restas, además, pinta. Dice que no quiere terminar siendo una carga para su familia.
Conforme transcurre la entrevista, me doy cuenta de las razones por las que Yolanda irradia felicidad, paz y admiración. Ante todo, tiene mucha paciencia, no se molesta por nada ni le guarda rencor a nadie. Asegura no tener enemigos. No se arrepiente de nada y no le tiene miedo a la muerte.
Quiere llegar a cumplir los 100 años de edad, para celebrarlos con una gran fiesta y dar rienda suelta a lo que más le gusta: bailar y compartir con su familia, especialmente con sus hijos y nietos, quienes le pusieron el apodo de ‘Munra, la inmortal’.
“Es un orgullo para todos nosotros, para toda la familia y amigos. Disfrutamos de su éxitos y de su corazón noble”, asegura Ana, su hija.
En busca de la felicidad
A sus 90 años, Yolanda no corre muy rápido, pero su esfuerzo es constante. Ha perdido la fuerza que tenía antes, pero no deja de moverse (correr). El objetivo es el mismo: ir siempre hacia adelante, con los ojos puestos en la meta.
Yolanda ha roto todos los paradigmas. Con una edad en la que muy pocas personas se valen por sí mismas, ella corre feliz por las pistas de atletismo. No se preocupa por lo que pase más adelante.
Yolanda es una mujer desprendida, que goza de sus logros y la fama que le ha dado el deporte. Después de todo, con el atletismo encontró una nueva manera de ser feliz.
Discusión sobre el post