Juan Pablo Olivares
En la exitosa carrera deportiva de Pamela Villar Ticona, la fe es la columna vertebral que le permite superar, entre otras cosas, los vaivenes emocionales. Aquellos cambios de estado ánimo, como el miedo o la frustración –propios del deporte de alta competencia– que ella misma llama “bajones o baches emocionales”.
Pamela practica el básquetbol desde los seis años, una disciplina donde muchas veces confluye la angustia, la presión, incluso la melancolía, al tiempo que se junta la emoción, la alegría y la competitividad. Emociones intensas que solo el básquet logra despertar en ella.
Prueba de fe
Villar es integrante de la selección de básquet de la Universidad Católica San Pablo y, más allá del deporte, su fe también alcanza su vida personal y académica. Pamela cursa el tercer año de la carrera de Ciencia de la Computación y, a poco de culminar sus estudios, sostiene que nada, absolutamente nada, hubiera sido posible sin su fe en Dios.
Su fe, asegura, la convirtió en una mejor estudiante y deportista; al mismo tiempo, le permite ayudar y servir a los demás. Sin embargo, Pamela no siempre fue una persona de fe. Reconoce que antes pensaba que todo dependía únicamente de ella, pero ahora asegura que es Dios quien la guía a hacer las cosas con rectitud y de la mejor manera.
“En ese sentido, reconozco que la formación en los valores cristianos que nos inculcan en la San Pablo, fue determinante para recuperar mi fe”, asegura.

Experiencia y liderazgo
Pamela Villar, con solo 22 años y 1.73 m de estatura, es una de las más experimentadas de la selección de básquet de la San Pablo. Esta experiencia contribuyó a que su equipo consiguiera el primer lugar (medalla de oro) en la reciente etapa regional de los Juegos Universitarios 2025.
Juega de ala-pívot, un puesto en el básquet que requiere de un buen estado físico y que tiene como función recuperar el balón y hacer jugar al equipo, condiciones que tiene Pamela, además de temperamento y velocidad.
“Ser una de las más experimentadas del equipo, exige una mayor responsabilidad y esfuerzo para poder guiar a las más jóvenes y, a la vez, destacar no solo en el deporte, sino también en los estudios”, sostiene.
LO DIJO
“Mis padres son un aporte fundamental en mi desarrollo como persona y deportista. Ellos hacen muchos sacrificios para que nada me falte”: Pamela Villar.

Una fe inquebrantable
En esa línea, Villar muestra optimismo y confianza de cara a lo que será la etapa macrorregional de los Juegos Universitarios, que se disputará en octubre en Tacna, donde el equipo buscará el título y clasificar a la etapa nacional.
Ella está convencida de que este objetivo es alcanzable y, para ello, deben entrenar todos los días y a doble horario, es decir, aprovechar el tiempo al máximo. Aunque es consciente de que el nivel en la macrorregional será mucho más alto y exigente, y de que también pueden presentarse “bajones o baches emocionales”, su fe es y seguirá siendo inquebrantable.
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