¡Oído a la música!

Para los deportistas, la música puede significar una forma de activarse y motivarse para entrenar o competir. También ayuda a tener un estado emocional equilibrado. Pero, ¿mejora el rendimiento?

La música activa los neurotransmisores que producen emociones intensas, placer, tranquilidad o satisfacción.

Juan Pablo Olivares

Mario Bazán Argandoña (35), atleta mundialista y olímpico, con más de 20 años de trayectoria, especialista en medio fondo, con el récord nacional en los 3000 metros planos y con obstáculos, y ganador de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, reveló que uno de los factores de su éxito en el deporte base, es la música.

Mario, considera fundamental el escuchar música para lograr un estado mental que le ayude a mejorar su desempeño. También, asegura que le ayuda a concentrarse y activarse.

“En mi caso, siento que el escuchar música me potencia. Es como estar en una burbuja y voy apretando el ritmo de entrenamiento”, sostiene.

¿Verdad o mito?

Según el psicólogo deportivo Franz Rivera, la música ayuda a tener una mejor predisposición para el trabajo o entrenamiento y a conseguir una regulación emocional equilibrada y fortalecida, por ende, un rendimiento más óptimo.

“Para empezar, la música mueve emociones, genera energía. En el deporte [atletismo] la música se empieza a sistematizar, empieza a tener una connotación de herramienta, de estrategia”, sostiene.

La sistematización de la música se da bajo dos patrones. El primero, son los ritmos fuertes, los que activan, despiertan, aceleran, motivan y ayudan a encontrar un estado emocional óptimo. Y el segundo, se da cuando se está demasiado ansioso o nervioso, en ese caso, la música regula el estado emocional a través de ritmos suaves y lentos.

El uso de la música permite tener momentos para poderse manejar. Se puede usar antes, durante y después de la competencia de la mejor forma posible (dentro de las reglas). Sin embargo, hay que individualizarlo, porque las preferencias musicales van determinando qué ritmo se necesita escuchar.

Es decir, se tiene que ser disciplinado y ordenado en el uso de la música. Contar con carpetas seleccionadas y tener categorizados los ritmos y grados de música que te pueden ayudar a activar o concentrar.

“Es importante actualizar la música, porque escuchar muchas veces una canción ya no tiene el mismo efecto que antes, por eso es importante la individualización y actualización. Yo sugiero el reajuste cada dos meses”, sostiene Rivera.

Mario Bazán (de camiseta guinda), escucha música para motivarse y activarse en el entrenamiento. También usa lentes especiales para proteger los ojos del sol y sentirse mentalmente más fresco.

Procesos cognitivos y afectivos

Por su parte, Gabriela Cáceres, psicóloga y docente de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), sostiene que la música ha demostrado tener una influencia explícita y directa sobre los afectos, la cognición y la conducta de los deportistas.

Así también, explica que, diversos estudios concuerdan en que la música reduce el esfuerzo percibido, favorece la motivación y mejora la recuperación post ejercicio.

“Es importante considerar las circunstancias particulares que le son inherentes a los atletas, como el estrés al que se enfrentan en las competencias que, de no ser oportunamente afrontado, puede disminuir su desempeño”, explicó.

Cáceres sostiene también que, otro factor donde interviene la música es en la sincronía, en la coordinación de los movimientos del atleta con el tempo o ritmo musical. Este aspecto, según la psicóloga, favorece el rendimiento durante la competencia, ya que reduce el consumo de oxígeno y los niveles de lactato en la sangre.

Otros beneficios

En el atletismo, la mayoría de deportistas escucha música, ya sea por un tema de motivación, activación o relajamiento previo entrenamiento. Es la forma o método más usual en que suelen trabajar junto a un psicólogo.

Alfredo Quispe, entrenador de atletismo, dijo que la música se utiliza para acelerar o desacelerar la frecuencia cardiaca. Explicó que, de acuerdo a las pruebas, el atleta de alto rendimiento empieza los entrenamientos con 50 latidos por minuto y llega a alcanzar los 180 o 210 latidos por minuto. En ocasiones, ese paso es largo o demora, es ahí, donde la música ayuda al deportista, básicamente con ritmos fuertes.

“De igual forma, la música ayuda a descender la frecuencia cardiaca post entrenamiento. Los latidos tienen que volver a 60 o 70 latidos por minuto. En estos casos, la música lenta o suave, es la indicada”, señaló.

Puntos en contra

La música también tiene sus puntos en contra o debilidades. Por ejemplo, no se puede utilizar en deportes o momentos en que se necesita demasiada concentración. Tampoco es conveniente usarla cuando se realizan trabajos estratégicos o detalles técnicos, porque se necesita una alta concentración.

“Si la manejas en un contexto inadecuado, te va a generar distracción y desconcentración, en lugar de crearte un estado emocional adecuado para una buena predisposición”, advierte Franz Rivera.

En tanto, Gabriela Cáceres, considera que en atletas que suelen realizar recorridos largos y al aire libre, la música puede actuar como distractor y suponer una situación de peligro, al no permitirle estar pendiente de los obstáculos en el terreno, a los autos o bicicletas. “En este caso, es mejor priorizar la seguridad”, concluyó.

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