Juan Pablo Olivares
Año y medio después de que los problemas familiares y económicos truncaran la carrera de Gonzalo Enríquez como uno de los más importantes nadadores de Arequipa, volvió a la natación, a la piscina y a las competencias.
El regreso al agua ha sido una especie de renacimiento para Gonzalo, debido a que ello ha significado superar diferentes adversidades en su periplo por este deporte.
La primera caída
Una de ellas fue cuando tenía 15 años. Era quizás, el mejor momento del nadador arequipeño, iba a participar en los 50 metros estilo mariposa, en un campeonato nacional clasificatorio para el sudamericano escolar.
El rendimiento y tiempos durante sus entrenamientos eran alentadores. Además, su biotipo y facilidad para la brazada y patada hacían posible la opción de clasificar, por primera vez, a un torneo internacional.
Pero semanas antes de la competencia, Gonzalo se enfermó. Se contagió de varicela y esto trajo abajo el sueño. Fueron momentos difíciles y a pesar de recuperarse a tiempo y participar, quedó en segundo lugar, a sólo diez décimas del ganador.
Aquella derrota, le afectó más de la cuenta, al punto de que decidió dejar el entrenamiento y abandonar la natación, al menos de manera competitiva.
“Eso me frustró y fue un punto de quiebre en mi corta carrera. Me había preparado de la mejor forma, realicé muchos sacrificios, pero no se dio”, recuerda.
El joven nadador y hoy, administrador de negocios egresado de la Universidad Católica San Pablo, lo había dado todo. Desde muy chico, tenía una rutina de entrenamiento exigente.
Se levantaba a las 5 de la mañana para ir a entrenar durante dos horas. Luego acudía al colegio hasta las 4 de la tarde y de ahí, regresaba a los entrenamientos físicos y de piscina por dos horas más.
Terminaba su día a las 11 de la noche con las tareas escolares. “A veces me daban ganas de abandonar todo, porque se me complicaba el hecho de entrenar y competir con mis obligaciones escolares”, sostiene.
Segunda oportunidad
Tiempo después, el destino y la Universidad Católica San Pablo, le darían la oportunidad de volver a practicar esta disciplina. Gonzalo fue becado por el Programa Deportivo de Alta Competencia (Prodac) y retornó al ruedo, representando a esta casa de estudios en diferentes competencias con singular éxito.
También volvió a representar a Arequipa en los Juegos Trasandinos, siendo reconocido por haber conseguido cinco medallas de oro. “La San Pablo me dio la oportunidad de retomar la natación de manera responsable y competitiva”, reconoce.
Hasta entonces, la carrera de Gonzalo parecía estar nuevamente encaminada. Los triunfos y medallas así lo demostraban. Las expectativas y esperanzas de llegar más lejos estaban muy presentes, pero el destino, una vez más, le tenía preparada otra adversidad.
Esta vez, el deportista adolecía de un dolor estomacal. Sufría de reflujo gástrico y no podía dormir. Tenía las amígdalas inflamadas y le quemaba el estómago. Luego de varios estudios, los médicos le diagnosticaron una hernia de hiato, un mal que se da cuando una parte del estómago empuja hacia arriba al músculo del diafragma. Debía ser operado, caso contrario, corría el riesgo de tener cáncer al estómago.
Un nuevo comienzo
Su recuperación le tomó seis meses, durante este tiempo su regreso a la piscina era una incertidumbre. Reconoce que se sentía cansado, que su cuerpo no respondía por los estragos de la enfermedad. Sin embargo, se llenó de coraje y se lanzó al agua después de casi dos años.
Lo hizo también porque este deporte era y es lo más importante en su vida, porque le enseñó a cómo enfrentar los problemas y a ser el orgullo de su familia. Además, lo hizo por su hermana menor, Macarena, que le siguió los pasos en la natación y necesitaba de las enseñanzas y respaldo de su hermano.
Renovado, maduro y con más experiencia Gonzalo, volvió a los entrenamientos diarios y apunta a los próximos Juegos Panamericanos de Lima 2027. Aunque, siempre se consideró un nadador competitivo, ahora trata de disfrutar al máximo de este deporte.